Ghislaine Maxwell: De educada hija de un millonario a cómplice de pedofilia
Fue la pareja del financista condenado por múltiples abusos sexuales de menores. Según las víctimas, no solo era ayudante sino parte fundamental: reclutaba menores, les indicaba cómo actuar, participaba ella misma de orgías y amenazaba a quienes intentaran denunciarlos. Desde julio está detenida y se enfrenta a cargos que podrían valerle 35 años de cárcel.
“Había tantas… no sé dónde quiere que empiece. Había rubias, había morochas, había pelirrojas. Eran todas niñas hermosas. Diría que las edades iban desde los 15 a los 21 años”. Es uno de testimonios claves que condujo a Jeffrey Epstein a la cárcel primero, y luego también a su pareja, Ghislaine Maxwell.
Quien declara es Virginia Roberts Giuffre, una de las mujeres que sufrió abusos por parte de la pareja y que luego vivió con ellos durante años, trabajando de asistente y siendo testigo y víctima de infinidad de nuevo abusos.
Lo que pasó en la isla privada del caribe, en Little St. James, o en sus departamentos de Nueva York o Florida, o en los muchísimos viajes que realizaban por el mundo se puede ver en detalle en la serie documental que Netflix realizó sobre Epstein, de cuya muerte se cumple mañana un año. ¿Pero qué papel cumplía Ghislaine? ¿Era su pareja? ¿Su socia? ¿Apañaba el comportamiento de Epstein o era parte ella misma de la trama de abusos espeluznante, definida por muchos como una red piramidal de pedofilia en la que las víctimas se multiplicaban exponencialmente?
El mes pasado, la justicia norteamericana la detuvo bajo los cargos de abuso sexual y tráfico de menores. Específicamente, la acusan de: conspiración para contratar menores para viajar y participar en actos sexuales ilegales, un cargo de encierro de un menor para participar en actos sexuales ilegales, un cargo de conspiración para transportar menores con intención de participar en actividades sexuales criminales y dos cargos de perjurio.
Si bien la defensa pidió libertad bajo fianza a la espera del juicio (que se realizaría el año próximo), la fiscalía alertó de un extremo riesgo de fuga y la fianza le fue negada. Hoy Maxwell se encuentra detenida en el Centro Metropolitano de Detención en Brooklyn, probablemente el lugar más inhóspito en el que estuvo toda su vida. Es que, ¿quién es Ghislaine Maxwell? ¿Cómo llegó a ser una de las partes claves en esta red?
Nació el 25 de dicembre de 1961 en Maisons-Laffitte, cerca de París. Fue la novena y última hija del magnate editorial Robert Maxwell y la acedémica Elisabeth Meynard, especializa en estudios sobre el Holocausto. Fue criada en Inglaterra, en una mansión de campo de 53 habitaciones llamada Headington Hill Hall, al este de Oxford. Estudió primero en la escuela de Marlborough y luego Balliol College.
Su padre fue el primer hombre de influencia de su vida. Su nombre de nacimiento era Jan Ludvik Hoch, oriundo de una familia humilde checa que fue víctima del Holocausto. Jan fue uno de los pocos que sobrevivió y se reinventó su vida en Inglaterra, bajo el nuevo nombre de Robert Maxwell.
Rápido se convirtió en un hombre de negocios y muy pronto logró armar un imperio editorial que le dio fortunas. Para cuando su hija Ghislaine nació, ya era multimillonario. Tuvo una relación extraña con ella: le otorgó primero algunos puestos directivos en fundaciones benéficas y en un momento comenzó -dicen quienes la conocían de joven- a ser una especie de emisaria suya en los Estados Unidos.
En una de esas encomiendas habría conocido a Epstein, de quien muchos dicen que manejaba algo del dinero de su padre.
“Creo que fue Jeffrey quien blanqueó el dinero de Maxwell. Al principio no pude averiguar cómo. Ghislaine aterrizó en Nueva York y al segundo estaba, de la noche a la mañana, muy a gusto con Jeffrey. Entonces comenzó a gastar en un nivel diferente, comprando de repente casas extraordinarias”, le dijo una fuente reservada a su amiga Vassi Chamberlain para una nota del The Times, del Reino Unido.
Otra amiga de Ghisleine aportó para el mismo artículo su visión de la pareja. Para ella, no se trataba de una unión romántica sino societaria. “Ghislaine me dijo: ‘Esa chica es muy bonita, deberías presentarla a Jeffrey’. Ella era su ala desde el primer día. Ella fue a Nueva York a ver a Jeffrey especificamente, no es que fue y después lo conoció”, dijo.
La relación de Ghislaine con su padre primero y con Jeffrey después fue siempre motivo de sospecha para los cercanos. Muchas de las víctimas de Epstein denunciaron que Maxwell las llamaba por teléfono y las amenazaba para que mantuvieran el silencio. Su rol era tanto el de reclutadora de nuevas víctimas como el de persecutora. Además, a muchas de ellas -Virginia Roberts Giuffre, incluida- les indicaba cómo tratar sexualmente a Epstein.
“En la primera sesión de masajes con Epstein, fue Ghislaine Maxwell la que me indicó que me quitara toda la ropa y me mostró cómo debía practicarle sexo oral a Jeffrey. Yo tenía 16 años”, declaró Roberts Giuffre. También: “Apenas entrabas, Ghislaine iniciaba el entrenamiento. Te decía cómo actuar, cómo ser discreta, cómo permanecer en silencio, qué cosas le gustaban sexualmente a Jeffrey, cómo satisfacer a los invitados, cómo servir a los hombres que ella nos indicaba”.
Muchos aún se preguntan cómo puede ser que una mujer criada con la más costosa educación, que conoció el mundo desde chica, que tuvo acceso a todo lo que quiso se convirtiera de pronto en este otra mujer monstruosa. No es difícil arriesgar que no se convirtió sino que siempre debió haber sido la misma. Y que nada te asegura haberlo tenido todo.
En 1991 su padre fue hallado muerto junto a las costas de Tenerife. De aquel magnate que lo conquistó todo, casi no quedó nada. Ghislaine viajó hasta el lugar de la muerte y denunció que su padre había sido asesinado. Luego tuvo que lidiar con sus deudas: Robert no había dejado nada en pie, su imperio se desvaneció y a Ghislaine le quedó apenas -“apenas”- una cuota de 100 mil dólares por año de un fideicomiso.
Pero muy pronto se la empezó a ver con Epstein. Quienes conocieron la pareja dicen que ella nunca se comportó como empleada sino que era al revés: a menudo hablaba como si ella llevara la voz cantante en las decisiones sobre todo.
“Los amigos dicen que el dinero se convirtió en su droga, la única cosa que validó su existencia y que finalmente haría cualquier cosa por eso. La necesidad de interactuar con los poderosos también jugó un papel central, al igual que su apetito sexual”, cuenta Chamberlain, que conoció a Maxwell en Nueva York en 1990.
¿Hasta cuándo duró la relación? Es otro de los grandes misterios. Cuando Epstein finalmente fue encarcelado y todos sus escándalos salieron a la luz (los cuales culminaron con su aparente suicidio hace un año), Ghislaine declaró que desconocía todo aquello y que hacía años no habla con Epstein. Según dijeron, se habían separado de manera definitiva en el 2000. Sin embargo, son muchas las personas que dan fe de que aun muchos años después eso los dos seguían en contacto.
Como sea, la vida de Ghislaine mantuvo siempre su misterio: hubo rumores de un romance con Bill Clinton, luego tuvo una relación formal con Ted Waitt (un multimillonario del mundo de la tecnología), y luego con Scott Borgerson (también multimillonario del mundo de la tecnología). Según los fiscales que trabajan su caso, incluso podría estar casada secretamente con él. Y según esos mismos fiscales, Maxwell -a sus 58 años- se enfrenta a una posible condena de 35 años de prisión si es declarada culpable.
“Empecé a bucear a los nueve años. Me fascinó el océano desde entonces y comencé una vida de exploración”. Son palabras de Ghislaine frente a un auditorio en el año 2014. Presenta un proyecto personal y cuenta la historia que la une con al mar. No menciona, por supuesto, que fue también el mar su cortina de protección más poderosa. No menciona que fue también el mar quien la rodeaba cuando, junto a Epstein, realizaban orgías con menores de edad en su isla privada. No menciona que fue también en el mar donde encontraron muerto a su padre, Robert Maxwell, en 1991.
Pero es lógico que callara algunas cosas: nadie puede se obligado a desnudar la monstruosidad de su alma. En su tablero, el tiempo de las conferencias de prestigio terminó. Podrá volver a hablar, el próximo año frente a una corte de la ley.