Conozca la historia de un sobreviviente del accidente del bus en la Lara – Zulia donde venían repatriados
Leonardo Polando, un migrante venezolano que decidió regresar al país junto a su esposa, Sorangel y el hijo de ambos de tres años, Cristhian, en medio de la pandemia, Contó su pesadilla.
En un especial de Los Confinados, se cuenta la desgracia que vivió esta familia de criollos cuando intentaban regresar a casa.
El 11 de abril pasado la familia tomó sus maletas y morrales para salir desde Santa Marta, Colombia, rumbo a Venezuela.
Vea también: De esta forma amaneció Caracas tras la radicalización de la cuarentena (+Fotos).
Cuando lograron llegar a la frontera les impedían el ingreso “por el confinamiento”, por ese motivo tuvieron que recurrir a un hombre que se ofreció a ayudarlos a pasar por una trocha a pesar de que no tenían dinero para pagarle: “Dijo que lo hacía por el niño”.
Pasaron 20 minutos caminando por el peligroso trecho hasta que finalmente llegaron a Venezuela, después de dos días de viaje.
Polanco contó que fueron recibidos por policías venezolanos que les indicaron que debían pasar por un punto de atención, les pidieron sus identificaciones y les hicieron la primera prueba de detección del coronavirus.
Al día siguiente viajaron hacia Carrasquero, en el municipio Mara del estado Zulia, allí había un refugio donde debían cumplir cuarentena, en ese lugar debían permanecer entre 5 y 14 días. Finalmente pasaron ocho días de confinamiento allí.
Luego les indicaron que serían enviados a sus estados donde terminarían de cumplir la cuarentena, los hicieron abordar un autobús de dos pisos que llevaría a parte de los pasajeros hasta Yaracuy y al resto hasta Valencia, en Carabobo.
“Recuerdo que pasamos por el puente sobre el lago de Maracaibo. Vi que mi esposa y mi hijo estaban dormidos y me dormí. Pero al cabo de un rato, sentí como si estuviéramos cayendo al lago. El bus daba muchas vueltas. Fueron segundos, cinco o seis segundos que se me hicieron eternos y a la vez muy rápidos”, detalló.
Asegura que cuando abrió los ojos vio las maletas y bolsos regados, buscaba a su esposa y a su hijo, pero no los veía.
“Casi a mi lado, vi a un muchacho agonizando. Falleció ahí mismo”, detalló.
Al mismo tiempo señaló: “Cuando finalmente ubiqué a mi esposa y al niño estaban como dormidos. A ella le cayó encima un aire acondicionado del bus, tenía un golpe en la cabeza, sangraba por los oídos. Cristhian estaba sobre ella. La gente veía que el bus estaba derramando gasoil. Un compañero de viaje me ayudó a sacar al niño y se lo llevó porque yo tuve una lesión en la columna y me costaba moverme. Me quedé con Sorangel. Le hablaba: le decía que despertara, le movía las manos, la pellizcaba. Pero no reaccionaba“.
Además contó: “Le tomé el pulso y me di cuenta de que había fallecido. Ahí entendí que no podía hacer nada por ella. El amigo me ayudó a salir y me fui hasta la carretera donde estaban los demás heridos y mi hijo, que lloraba. Lloré”.
Reconoce que ahora vive “un duelo profundo” y considera que irse a Colombia es “el error más grande” que cometió en su vida.
Cuando lograron llegar a la frontera les impedían el ingreso “por el confinamiento”, por ese motivo tuvieron que recurrir a un hombre que se ofreció a ayudarlos a pasar por una trocha a pesar de que no tenían dinero para pagarle: “Dijo que lo hacía por el niño”.
Pasaron 20 minutos caminando por el peligroso trecho hasta que finalmente llegaron a Venezuela, después de dos días de viaje.
Polanco contó que fueron recibidos por policías venezolanos que les indicaron que debían pasar por un punto de atención, les pidieron sus identificaciones y les hicieron la primera prueba de detección del coronavirus.
Al día siguiente viajaron hacia Carrasquero, en el municipio Mara del estado Zulia, allí había un refugio donde debían cumplir cuarentena, en ese lugar debían permanecer entre 5 y 14 días. Finalmente pasaron ocho días de confinamiento allí.
Luego les indicaron que serían enviados a sus estados donde terminarían de cumplir la cuarentena, los hicieron abordar un autobús de dos pisos que llevaría a parte de los pasajeros hasta Yaracuy y al resto hasta Valencia, en Carabobo.
“Recuerdo que pasamos por el puente sobre el lago de Maracaibo. Vi que mi esposa y mi hijo estaban dormidos y me dormí. Pero al cabo de un rato, sentí como si estuviéramos cayendo al lago. El bus daba muchas vueltas. Fueron segundos, cinco o seis segundos que se me hicieron eternos y a la vez muy rápidos”, detalló.
Asegura que cuando abrió los ojos vio las maletas y bolsos regados, buscaba a su esposa y a su hijo, pero no los veía.
“Casi a mi lado, vi a un muchacho agonizando. Falleció ahí mismo”, detalló.
Al mismo tiempo señaló: “Cuando finalmente ubiqué a mi esposa y al niño estaban como dormidos. A ella le cayó encima un aire acondicionado del bus, tenía un golpe en la cabeza, sangraba por los oídos. Cristhian estaba sobre ella. La gente veía que el bus estaba derramando gasoil. Un compañero de viaje me ayudó a sacar al niño y se lo llevó porque yo tuve una lesión en la columna y me costaba moverme. Me quedé con Sorangel. Le hablaba: le decía que despertara, le movía las manos, la pellizcaba. Pero no reaccionaba“.
Además contó: “Le tomé el pulso y me di cuenta de que había fallecido. Ahí entendí que no podía hacer nada por ella. El amigo me ayudó a salir y me fui hasta la carretera donde estaban los demás heridos y mi hijo, que lloraba. Lloré”.
Reconoce que ahora vive “un duelo profundo” y considera que irse a Colombia es “el error más grande” que cometió en su vida.
Cuando lograron llegar a la frontera les impedían el ingreso “por el confinamiento”, por ese motivo tuvieron que recurrir a un hombre que se ofreció a ayudarlos a pasar por una trocha a pesar de que no tenían dinero para pagarle: “Dijo que lo hacía por el niño”.
Pasaron 20 minutos caminando por el peligroso trecho hasta que finalmente llegaron a Venezuela, después de dos días de viaje.
Polanco contó que fueron recibidos por policías venezolanos que les indicaron que debían pasar por un punto de atención, les pidieron sus identificaciones y les hicieron la primera prueba de detección del coronavirus.
Al día siguiente viajaron hacia Carrasquero, en el municipio Mara del estado Zulia, allí había un refugio donde debían cumplir cuarentena, en ese lugar debían permanecer entre 5 y 14 días. Finalmente pasaron ocho días de confinamiento allí.
Luego les indicaron que serían enviados a sus estados donde terminarían de cumplir la cuarentena, los hicieron abordar un autobús de dos pisos que llevaría a parte de los pasajeros hasta Yaracuy y al resto hasta Valencia, en Carabobo.
“Recuerdo que pasamos por el puente sobre el lago de Maracaibo. Vi que mi esposa y mi hijo estaban dormidos y me dormí. Pero al cabo de un rato, sentí como si estuviéramos cayendo al lago. El bus daba muchas vueltas. Fueron segundos, cinco o seis segundos que se me hicieron eternos y a la vez muy rápidos”, detalló.
Asegura que cuando abrió los ojos vio las maletas y bolsos regados, buscaba a su esposa y a su hijo, pero no los veía.
“Casi a mi lado, vi a un muchacho agonizando. Falleció ahí mismo”, detalló.
Al mismo tiempo señaló: “Cuando finalmente ubiqué a mi esposa y al niño estaban como dormidos. A ella le cayó encima un aire acondicionado del bus, tenía un golpe en la cabeza, sangraba por los oídos. Cristhian estaba sobre ella. La gente veía que el bus estaba derramando gasoil. Un compañero de viaje me ayudó a sacar al niño y se lo llevó porque yo tuve una lesión en la columna y me costaba moverme. Me quedé con Sorangel. Le hablaba: le decía que despertara, le movía las manos, la pellizcaba. Pero no reaccionaba“.
Además contó: “Le tomé el pulso y me di cuenta de que había fallecido. Ahí entendí que no podía hacer nada por ella. El amigo me ayudó a salir y me fui hasta la carretera donde estaban los demás heridos y mi hijo, que lloraba. Lloré”.
Reconoce que ahora vive “un duelo profundo” y considera que irse a Colombia es “el error más grande” que cometió en su vida.
Ahora se encuentra solo con su hijo quien asegura que pregunta por su mamá y que él mismo se responde que ella se quedó dormida en el bus.
“La extraña y yo también”, lamentó el hombre.
Con información de Los Confinados.