Hace 190 años fue asesinado en la montaña de Berruecos Antonio José de Sucre

Foto: Archivo.

Cuatro disparos de fuego cruzado en el sitio La Jacoba, en la montaña de Berruecos, Colombia, terminaron con la ilustre vida de Antonio José de Sucre, héroe de Pichincha, un día como hoy en el año 1830.

Prócer de nuestra independencia, político insigne, estadista y soldado épico fue el Gran Mariscal de Ayacucho, uno de los venezolanos más gloriosos y grandiosos de la Patria venezolana.

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Antonio José de Sucre, siempre fiel a Simón Bolívar, logró grandes hazañas derrotando al imperio español en toda Sudamérica. Fue Gobernador del Perú, Presidente de Bolivia y General en Jefe del Ejército de Colombia.

Es considerado uno de los militares más completos entre los próceres de Latinoamérica. Bolívar al conocer su muerte dijo: «Se ha derramado, Dios excelso, la sangre del inocente Abel… Lo han matado porque era mi sucesor».

El Gran Mariscal de Ayacucho murió asesinado en una emboscada, planeada por el General venezolano Juan José Flores. Ese día, muy temprano por la mañana, Antonio José de Sucre toma el camino de su cita final. En el sendero estrecho hacia las montañas de Berruecos, cuatro asesinos contactados por José María Obando lo esperaban.

Cuando pasó la comitiva, una voz gritó: «¡General Sucre!». El joven General, de apenas 35 años de edad, volteó y en el acto sonaron los disparos. Sólo pudo oírsele decir: «¡Ay balazo!». Y cayó muerto el novel General cumanés, víctima de las intrigas y las ambiciones.

El asesinato de Sucre fue como una «Crónica de una muerte anunciada», ya que el mismo fue planificado y ejecutado con alevosía, ensañamiento, ventaja y premeditación.

Tras la cobarde acción, allí permaneció su cadáver por más de 24 horas hasta que los pobladores de las localidades cercanas le dieran cristiana sepultura. Si el mariscal se hubiese ido por Buenaventura, allí lo esperaba el General Pedro Murgueitio para darle muerte; si optaba por la vía de Panamá lo acechaba el General Tomás Herrera, y desde Neiva lo vigilaba el General José Hilario López.

Tres días antes de su muerte, el periódico «El Demócrata», de Bogotá, publicó el siguiente artículo: «Acabamos de saber con asombro, por cartas que hemos recibido por el correo del Sur, que el general Antonio José de Sucre ha salido de Bogotá… Las Cartas del Sur aseguran también que ya este general marchaba sobre la provincia de Pasto para atacarla; pero el valeroso general José María Obando, amigo y sostenedor firme del Gobierno y de la libertad, corría igualmente al encuentro de aquel caudillo y en auxilio de los invencibles pastusos. Puede que Obando haga con Sucre lo que no hicimos con Bolívar…».

Fue una macabra conspiración política de gran audacia y magnitud, todavía en vida de Bolívar, a quien asumían ya sin poder ni salud para vengar su muerte. Con el asesinato de Sucre, lograron sus detractores lo que no pudieron materializar ni culminar con éxito 20 meses antes, en el atentado contra Bolívar en Bogotá, en la fría noche del 25 de septiembre de 1828.

Antonio José de Sucre y Alcalá nació en Cumaná, estado Sucre, el 3 de febrero de 1795. Participó en la campaña de Miranda (1812), contra los realistas y, en 1818 marchó a Angostura, convirtiéndose en uno de sus mejores lugartenientes del Libertador, Simón Bolívar, cuya amistad y el respeto obtuvo de manera firma y mantuvo hasta el fin de sus días. Obtuvo decisivas victorias en Pichincha (24-5-1822) y Ayacucho (6-12-1824), fue de las más brillantes de la guerra y le valió el título de Gran Mariscal de Ayacucho. Esta acción significó el fin del dominio español en el continente sudamericano.

Con información de Noticias24.

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