Venezolanos se ven obligados a vender sus pertenencias para tener qué comer

Antonio Cabrera, ex transportista venezolano, ha sido uno de muchos que ha debido vender sus cosas del hogar para subsistir junto a sus dos hijos. | Foto: VOA

Una multitud de clientes hacían fila en sus vehículos particulares al frente de su casa para comprar sus pertenencias, esto en el oeste de Maracaibo, donde desde su juventud administraba un negocio en el que vendía periódicos, cigarrillos, café, tiques de lotería y bocadillos. El kiosco mutó totalmente de golpe en 2015. Hoy, es una venta de garaje.

Sus productos ya no son ningunas novedades o el último grito en las modas mundiales. Todos, sin distinción, tienen olor a antigüedad, a desgaste y a uso. “He vendido hasta cauchos, zapatos, tubos, las protecciones de mis aires acondicionados. Lo hago para defenderme”, cuenta Henry Cervantes, un venezolano de 48 años de edad, mientras gesticula como alguien que se lleva un pedazo de comida a la boca.

Hoy, remata las pocas posesiones mundanas que le quedan: dos sacos de traje de vestir sucios; una camisa de mangas cortas; revistas sobre la mujer y la salud de 15 y 20 años atrás; viejos libros y discos compactos; películas pirateadas, entre ellas Los Juegos del Hambre e Invictus.

“Tuve que venderlos. Ya no tengo capital y ahorita lo que te provoca es comer. Tengo el estómago medio vacío”, confiesa el desgastado hombre, en un estado de delgadez aterradora.

El salario mínimo mensual no cubre 1,1% de la canasta básica alimentaria, según el Centro de Documentación y Análisis para los Trabajadores, asociación civil que analiza el universo sociolaboral del país desde hace 43 años.

Con información de El Nacional.

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