Régimen de Maduro tira a matar a sus adversarios con balas en el cráneo y disparos a quemarropa
Samuel Enrique Méndez, de 24 años, protestaba el martes 30 de abril junto con miles de personas en el municipio La Victoria, estado Aragua, pidiendo el cese de la usurpación y la caída del régimen de Nicolás Maduro.
Colectivos lo secuestraron y lo llevaron a la Ciudad Socialista La Mora. Horas después, cuentan sus familiares, lo devolvieron a la concentración ya como un cadáver. Le habían causado numerosos traumatismos y le dejaron el tórax lleno de tiros. Como último homenaje, los concentrados en La Victoria pasearon su cuerpo sin vida durante dos kilómetros, envuelto en una bandera de Venezuela, reseñó El Independiente de España.
Samuel fue la primera víctima de la salvaje represión que el régimen ha empleado en las últimas horas para contener a las multitudes que han salido a las calles en todo el país para exigir su salida y el cumplimiento de la Constitución.
Guaidó tiene la Constitución pero Maduro y sus simpatizantes tienen las armas. Samuel Enrique Méndez fue uno más, la víctima 54 en lo que va de 2019 en las protestas contra el régimen. 53 de ellas han muerto por balas procedentes de la Policía, el Ejército o los colectivos. Más de 270 personas han perdido la vida en protestas desde que Maduro llegó al poder, denuncia el Programa Venezolano de Educación y Acción en Derechos Humanos (Provea).
Pero el horror aún pudo expresarse mucho más ese 30 de abril. Al mismo tiempo que a Samuel lo asesinaban a golpes y balazos en la Ciudad Socialista La Mora, a unos metros de allí caía herido Josnel Peralta, inicialmente identificado como Yosner Graterol, de 16 años. Ingresaba horas después al hospital central de Maracay sin que pudieran hacer nada por salvarle la vida: tenía una bala en el brazo y otra en el hemitorax izquierdo.
A Yoifre Jesús Hernández Vásquez, de 14 años, lo mataron con una bala en el costado que le atravesó todo el cuerpo en Chacao, cerca de la sede del Ministerio de Transporte desde el que operaban los colectivos la noche anterior. Murió este jueves 2 de mayo.
Horas antes había fallecido Jurubith Rausseo, una joven de 27 años del barrio de Petare a la que metieron un tiro en la cabeza en mitad de las protestas. Dejó dos niños huérfanos, de 4 y 2 años de edad. Otras 16 personas siguen en estado crítico con heridas graves.
La impunidad con la que se maneja la represión es absoluta. Se produce desde tanquetas, a pie o desde motos, en las que la policía se desplaza en parejas. Uno conduce y el otro dispara.
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