Las similitudes entre el Brasil que eligió a Bolsonaro y la Venezuela que escogió a Chávez

Bolsonaro y Chavez

Acertijo: ¿qué exparacaidista del Ejército fue electo presidente de un país sudamericano, en medio de una ira generalizada con la clase política, la corrupción, la postración económica y el crimen?

Respuesta correcta: Jair Bolsonaro en Brasil, 2018.

Respuesta también correcta: Hugo Chávez en Venezuela, 1998.

Pese a todas las diferencias entre Bolsonaro y Chávez, a menudo ubicados en las antípodas ideológicas, el ascenso de ambos al poder guarda llamativas semejanzas.

Bolsonaro ganó el balotaje del domingo con un discurso de extrema derecha que incluyó fuertes críticas a la Venezuela socialista del fallecido Chávez y su sucesor, Nicolás Maduro, y la promesa de evitar que Brasil repita el doloroso colapso del país vecino.

Pero en el pasado Bolsonaro llegó a elogiar a Chávez y, al igual que él, aprovechó en su campaña la animosidad con el establishment, con llamados a salvar la nación y exaltaciones de un patriotismo militarista.

“La coalición de Bolsonaro tiene muchos parecidos con la coalición de Chávez en el ’98”, compara Javier Corrales, un profesor de Ciencia Política en el Amherst College de Estados Unidos y coautor del libro “Un dragón en el trópico” (2011) sobre el legado de Chávez en Venezuela.

“Hay un desencanto muy grande con la clase política, un sentimiento de que (los partidos en el gobierno) no resolvieron los problemas principales de criminalidad e ineficiencia de la economía, y crearon una corrupción descomunal”, agrega.

“En ambos países surge una persona con un trasfondo militar, abiertamente admiradora del militarismo”, dice Corrales a BBC Mundo.

“Esperanza para América Latina”

Chávez triunfó en las elecciones venezolanas en 1998 más de seis años después de haber protagonizado un intento fallido de golpe de Estado, con la promesa de refundar el país, limpiar la corrupción y acabar con la pobreza.

El entonces diputado brasileño Bolsonaro declaró al diario O Estado de Sao Paulo en 1999 que la llegada de Chávez al poder era una “esperanza para América Latina” y que le “gustaría mucho que su filosofía llegase a Brasil”.

Además dijo que creía que Chávez iba a hacer en Venezuela lo que los militares hicieron en Brasil en 1964 —cuando dieron un golpe de Estado para instalar hasta 1985 un régimen de facto que mató y torturó opositores—, y negó que fuera “anticomunista”.

Cuando esas declaraciones comenzaron a circular en las redes sociales al inicio de la reciente campaña brasileña, Bolsonaro sostuvo que se trataba de un “juego sucio” y dijo que Chávez, fallecido en 2013, debería preparar “el infierno para recibir a los líderes comunistas de nuestro Brasil”.

Así como Bolsonaro capitalizó el rencor de parte del electorado brasileño con el izquierdista Partido de los Trabajadores (PT), que gobernó entre 2003 y 2016, Chávez se fortaleció con el desgaste de Acción Democrática (AD) y Copei, las fuerzas que se alternaron en el poder de Venezuela por décadas.

El expresidente Carlos Andrés Pérez, de AD, había sido destituido por el Congreso en 1993 y luego encarcelado temporalmente por orden de la Corte Suprema de Justicia, en el marco de un proceso por malversación de fondos.

En Brasil, el expresidente y líder del PT, Luiz Inácio Lula da Silva, está preso tras ser condenado por corrupción y su sucesora y correligionaria, Dilma Rousseff, fue destituida en un juicio político por manipulación ilegal del presupuesto en 2016.

Brasil celebró esta elección tras su peor recesión histórica, luego de su boom económico de la década previa, mientras que el PIB de Venezuela en 1998 estaba en pleno declive tras una expansión promedio de 3,8% en los siete años previos.

Chávez llegó al poder con una tasa de 19 homicidios cada 100.000 habitantes en Venezuela, lo que ya suponía una “epidemia de violencia” según la Organización Mundial de la Salud, y el problema de la violencia se agravó significativamente en su gobierno.

Bolsonaro venció en las urnas con la bandera de aplicar mano dura contra el crimen en un Brasil que en 2016 superó por primera vez en su historia los 30 homicidios por cada 100 mil habitantes.

En ambos países hubo sectores de la población que comenzaron a añorar sus regímenes militares del pasado, bajo la idea —falaz o infundada, según analistas— de que antes había menos corrupción, economía funcionaba mejor y había más seguridad.

Chávez fue electo presidente de Venezuela con 56% de los votos. Bolsonaro ganó en Brasil con 55%.

“Ellos tienen muchos puntos en común”, dice Mauricio Santoro, profesor de relaciones internacionales en la Universidad Estatal de Río de Janeiro, a BBC Mundo.

¿Diferencias en el gobierno?

Claro que hay diferencias importantes entre Chávez y Bolsonaro, más allá de las definiciones ideológicas.

Una de ellas, señalada por Corrales, es que si bien el venezolano movilizó a votantes evangélicos, nunca buscó convertirse en líder de sus causas sociales como hace el brasileño, por ejemplo, con su rechazo abierto a la diversidad sexual.

En materia de seguridad pública, Chávez buscó mejoras con políticas sociales y un plan para desarmar a la población (que tuvo dudoso impacto), mientras que Bolsonaro promete liberalizar la tenencia de armas restringida por ley desde 2003.

El presidente electo de Brasil nunca ha encabezado un intento de golpe de Estado como Chávez, aunque ha expresado más nostalgia que éste por el régimen militar en su país, incluso elogiando a uno de los torturadores.

No obstante, en la campaña de 1998 Chávez visitó y obtuvo el apoyo del expresidente de facto de Venezuela, el ya fallecido general Marcos Pérez Jiménez, que presidió el país en los años 1950.

Tras ser electos, Chávez y Bolsonaro prometieron respetar las reglas de la democracia liberal, ante temores de que las violaran. El venezolano murió en 2013, acusado por críticos de imponer el autoritarismo en su país.

El líder bolivariano eligió a militares para cargos clave del gabinete, algo que el brasileño también ha dicho que piensa hacer.

Pero si sus gobiernos se parecerán en la práctica es una pregunta de respuesta aún incierta.

Bolsonaro ha indicado que en materia económica tendrá una orientación liberal y para ello designó como “superministro” a Paulo Guedes, un economista que defiende la reducción del Estado y agrada a los mercados, al contrario de la llamada revolución socialista del chavismo.

Sin embargo, en el entorno de Bolsonaro ya asoman diferencias entre esa orientación liberal y el enfoque más nacionalista y desarrollista de la economía que impulsó el régimen militar en el pasado.

El propio presidente electo ya ha expresado su falta de entusiasmo con la idea de privatizar áreas estratégicas, como la compañía petrolera Petrobras o la eléctrica Eletrobras.

Y muchos recuerdan que, como diputado en la década del ’90, Bolsonaro se opuso a privatizaciones y al fin del monopolio del petróleo o las telecomunicaciones.

“La historia de votación de Bolsonaro en el Congreso es de nacionalismo económico, incluso mucho más parecido con el voto de la izquierda tradicional en Brasil de lo que la gente imagina”, señala Santoro.

Bolsonaro cambió su discurso hace algunos años“, agrega. “Fue la manera que encontró de volverse aceptable para la élite económica brasileña, pero su compromiso con esos temas es muy frágil: realmente no sabemos si va a mantener eso”.

Entonces, además de los antecedentes en común, tal vez Bolsonaro termine presidiendo un gobierno más parecido al de Chávez de lo que muchos podrían esperan. BBC

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