Las legislativas del 6N, claves para la reelección de Trump (+Datos)

Si cree que las elecciones estadounidenses de medio mandato son como una montaña rusa, póngase el cinturón de seguridad, porque la campaña para las presidenciales de 2020 empieza justo después con Donald Trump al volante.

Mientras los estadounidenses se preparan para votar en las elecciones legislativas del 6 de noviembre, Trump ya está tratando de lograr una ventaja en su carrera hacia la reelección.

Recorriendo todo el país para presentarse en estridentes mítines con la consigna “Make America Great Again” hasta cuatro veces por semana, el presidente busca galvanizar su base de seguidores con la esperanza de ayudar a los candidatos republicanos a permanecer en la Cámara de Representantes y el Senado en los comicios de medio mandato del 6 de noviembre, donde se espera que enfrenten un duro desafío de la oposición demócrata.

Pero los mítines, que presentan literalmente la misma música y muchas de las aplaudidas frases de la campaña que llevó a Trump a la sorpresiva victoria presidencial en 2016, también marcan el inicio de la campaña 2020.

Steve Bannon, exasesor del mandatario y gurú de la derecha, ha llamado a las elecciones de medio término “la primera reelección del presidente Trump”.

Por eso, aún cuando Trump hace campaña para los legisladores locales, los actos giran principalmente alrededor de él y lo que él ve como sus logros históricos, que van desde avivar la economía del mundo hasta expulsar a “la gente mala” de la frontera con México.

“Estados Unidos”, le dice a la multitud, una y otra vez, “está ganando como nunca antes”.

Otro de sus temas favoritos: pegarle a los demócratas. El sábado en Elko, Nevada, obtuvo gritos de aprobación cuando describió al partido opositor como “una mafia enfadada, despiadada y desquiciada” que quiere aumentar los impuestos e “imponer el socialismo” en el país.

Un significativo impulso adicional de la máquina de campaña es la adición constante de voluntarios en el terreno y la recaudación de dinero. Con 106 millones de dólares en donaciones ya en el cofre de guerra de 2020, Trump supera fácilmente a cualquier rival actual.

“100 por ciento”, respondió cuando en la cadena Fox Business le preguntaron si quería ese segundo mandato.

-A pesar de los hechos-

A pesar de ser un recién llegado a la política, Trump ha demostrado ser un luchador formidable, aunque poco ortodoxo y, muchos dirían, sucio.

Su mensaje, centrado en el empleo y el patriotismo, es potente. Y su presentación es única en la política estadounidense: combina un comportamiento infantil, como alardear y proferir insultos, con un total desprecio, a veces descarado e incluso jubiloso, de los hechos.

Los demócratas no tienen una solución obvia, opina el profesor de política de la Universidad de Columbia Robert Erikson.

“Entrar en el barro no funciona muy bien, y si hay alguien que pueda elevarse por encima de él, con su majestuosa estatura, no veo quién pueda ser”, dijo.

Algunos, sin embargo, ven la solución a este dilema más claramente.

La exprimera dama Michelle Obama dijo una vez que cuando los republicanos “van abajo, nosotros vamos arriba”, pero según Eric Holder, quien era el fiscal general de Obama, ese mantra ahora puede ser abandonado.

“Cuando bajan, los pateamos”, es su consejo para la nueva era.

– Insultos pegadizos –

Ciertamente, Trump no pierde el tiempo siendo elevado, sino que prefiere saludar a cada uno de sus muchos posibles rivales con nuevos insultos, a menudo pegadizos.

El senador independiente de izquierda Bernie Sanders es “el loco Bernie”.

La senadora Elizabeth Warren es “Pocahontas”, por haber reivindicado su ascendencia indígena.

Corey Booker, un ambicioso senador negro de Nueva Jersey, “llevó a Newark, Nueva Jersey, al suelo”.

Y el exvicepresidente Joe Biden, que según las encuestas es quien está mejor posicionado para recuperar el voto de la clase trabajadora blanca de Trump, es objeto de burlas extras.

“El loco Joe Biden está tratando de actuar como un tipo duro. En realidad es débil, tanto mental como físicamente”, tuiteó el mandatario, previendo que tras un puñetazo Biden “caería rápido y fuerte, llorando hasta el final”.

Pero Erikson señala que ninguna de las partes puede dar nada por sentado. Después de todo, dos años es mucho tiempo, y un recién llegado, como Trump o Barack Obama lo fue en su momento, puede poner patas arriba al status quo.

“En esta etapa hace exactamente cuatro años”, recuerda Erikson, “Trump ni siquiera estaba en el radar como un candidato serio”.

Con información de Sumarium

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