El drama de los inmigrantes venezolanos aumenta en el norte de Brasil
Miles de venezolanos dejan su país en busca de una nueva vida en Brasil, en áreas como el estado amazónico de Roraima, una deprimida región del norte que ha pedido ayuda al Gobierno de Michel Temer para afrontar la avalancha de solicitudes de refugio recibidas en el último año.
EFE
Según estimaciones oficiales, solo por Roraima han pasado 30.000 inmigrantes venezolanos desde 2016, cuando comenzó el éxodo por la crisis de Venezuela.
Entre enero y septiembre, las solicitudes de refugio presentadas a las autoridades locales alcanzan las 12.193, cifra que quintuplica al total del trienio 2014-2016.
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Fuentes oficiales apuntan que la mayor parte de las solicitudes son aprobadas y que casi la mitad de los pedidos fueron autorizados entre el período de julio a septiembre, coincidiendo con el período de la instalación de la Asamblea Constituyente convocada por el presidente venezolano, Nicolás Maduro.
La falta de infraestructura para atender la masiva llegada de inmigrantes venezolanos en un estado como Roraima ha provocado más de un problema en el último año.
Esta semana, la policía desalojó por la fuerza a unos 400 venezolanos que vivían desde hace seis meses en un campamento improvisado en las calles aledañas a la Terminal Internacional de Transportes de Boa Vista, la capital regional, y los trasladó a un gimnasio habilitado como albergue.
“Estas personas se encontraban en situación de vulnerabilidad y algunos niños, según denuncias que recibimos, estaban siendo explotados en sus derechos”, señaló a Efe el coronel de la Defensa Civil de Roraima, Doriedson Ribeiro.
De acuerdo con Ribeiro, ahora los inmigrantes “recibirán atención en salud, los niños serán llevados a los colegios y los adultos serán encaminados al mercado de trabajo”.
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José Ramírez Contreras, un jardinero que llegó a Roraima desde San Cristóbal, en el estado venezolano del Táchira, comenta que su nuevo alojamiento es más “cómodo” que el campamento de la calle y “la alimentación es buena: con desayuno, almuerzo y cena y más porque la situación en Venezuela está brava. No hay comida ni empleo”.
También Deyanira Sotillo, una de las encargadas de la alimentación en el albergue, destaca el trabajo comunitario y las mejores condiciones de sanidad que tiene ahora.
No obstante, la compleja situación ha llevado a que el Ministerio Público (Fiscalía) y organizaciones no gubernamentales se movilicen con acciones judiciales y en las redes sociales para pedir una mayor atención a los inmigrantes por parte del Gobierno Federal.
Según el Ministerio Público, el desalojo de los inmigrantes fue una “acción por la fuerza” a cargo de la Policía Militarizada y el albergue instalado en el gimnasio no cuenta con la infraestructura necesaria para acoger a los venezolanos.
De acuerdo con la Policía Federal, encargada de la inmigración en Brasil, la mayoría de inmigrantes venezolanos que llegan a Roraima proceden de Caracas y el 58 % son hombres entre 22 y 25 años.
La mayor parte de ese grupo de hombres jóvenes son estudiantes (17,93 %), seguidos por los graduados en economía (7,83 %), ingeniería (6,21 %) y medicina (4,83 %), aunque debido a la escasa oferta de trabajo profesional en la región han pasado a ocupar empleos menos calificados o informales.
Muchos, incluso, trabajan como vendedores ambulantes o se ofrecen para limpiar los vidrios de los autos en los semáforos.
Según el Ministerio de Trabajo brasileño, durante los siete primeros meses del año se expidieron 3.000 carteras de trabajo formal para venezolanos, frente a los 1.331 emitidos durante todo el año pasado.