Jóvenes perdidos en El Ávila sobrevivieron tomando agua de la montaña
Un sentimiento de alivio colmó los corazones de todos aquellos que esperaban ver los adolescentes Emmanuel David Janzen (15) y Kaina Machado (14) bajar con vida de la montaña, donde se mantuvieron perdidos durante seis días. Ni los rescatistas ni los familiares perdían las esperanzas. Imaginaban el momento de ver a los muchachos llegar a Sabas Nieves.
La mañana del jueves una comisión mixta integrada por funcionarios de Protección Civil, Instituto Nacional de Parques (Inparques) y voluntarios del grupo de Rescate Humboldt, incursionaron por sexta vez en El Ávila. En esta ocasión el plan de búsqueda se centraba en las nacientes de las quebradas Adjuntas y Quintero. La exploración llegaba a su punto más álgido, ya pasaban las 6:00 de la tarde y aún no había rastro de los muchachos. La noche empezaba a encapotar la montaña y la búsqueda debía llegar a su fin por ese día.
Tres voluntarios del grupo Humboldt se desviaron del patrón planeado y se dirigieron a una zona donde anteriormente habían conseguido a varios desaparecidos. Uno de ellos, Alfredo Austiero, relata que pasadas las 7:00 de la noche escucharon unos gritos de una joven. “Escucharla fue un logro, era una cascada de varios metros de alto y se hacía casi imposible poder oír las voces”, dijo a El Universal.
A punta de silbatos y gritos pudieron ubicar a los jóvenes. Solo había un detalle, los separaba un acantilado de más de cinco metros. Los rescatistas se colgaron un arnés y bajaron en rapel. Se encontraban a unos mil 700 metros sobre el nivel del mar. Al llegar a la base del risco encontraron a Emmanuel y Kaina, estaban débiles pero vivos. Con geles y bebidas energizantes les dieron la atención para que los adolescentes se estabilizaran.
Durante cinco días se nutrieron solamente del agua que les proporcionaba el afluente natural. Aseguraron que oían voces y vehículos cerca, que pudieron ser alucinaciones, pero los mantenía con la esperanza de que eran buscados. Debido al debilitamiento ocasionado por los seis días de supervivencia, los jóvenes no podían caminar. Los rescatistas los cargaron y comenzaron el descenso. “Vi que tenían la edad de mis hijos, eso me dio más fuerza para rescatarlos”, resaltó Austiero al periodista Joan Camargo.
Como la noche se había cerrado sobre la montaña, la mejor opción era acampar y preparar una patrulla especial para bajar a los adolescentes en camilla. El viernes llegó, y desde muy temprano ya estaba puesto en marcha el plan denominado Operación de Extracción. A eso de las 7:00 de la mañana ya habían iniciado el descenso. En el puesto de Bomberos Forestales, ubicado en Pajaritos, estaban los familiares de los muchachos alegres y ansiosos.
Poco después de la 1:00 de la tarde se comenzaron a ver los cascos blancos y las guerreras anaranjadas tomar la entrada Sabas Nieves. En medio de ellos, dos camillas, después de seis días los familiares volvían a ver a los muchachos. Se veían estables, tenían ronchas, moretones y sarpullidos generados por la maleza. Los esperaban dos ambulancias que los llevarían hasta el Hospital Clínico Universitario, donde serían estabilizados y les practicarían unos exámenes de rigor.
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