Fernando Aristeguieta alza su voz por las víctimas de la represión en Venezuela (+Carta)

El futbolista venezolano Fernando Aristeguieta | Créditos: Instagram

El futbolista venezolano Fernando Aristeguieta | Créditos: Instagram

El futbolista venezolano Fernando Aristeguieta alzó su voz por las víctimas mortales que ha dejado la ola de represión de los cuerpos de seguridad del Estado contra los manifestantes que salen a la calle en rechazo al gobierno del presidente Nicolás Maduro.

En una conmovedora carta abierta, el delantero del Nacional de Madeira repudió la actuación de las fuerzas de seguridad que ha cobrado la vida de al menos 39 personas durante las protestas antigubernamentales que iniciaron el pasado mes de abril.

“Lastimosamente la eficacia no ha sido para combatir al crimen, sino para sumarse a él. Son muchos los venezolanos que han sido abatidos en este último mes por las fuerzas de seguridad del estado“, manifestó el futbolista en el texto.

Miguel Castillo Bracho y Fernando Aristeguieta. 16-05-2010 | Créditos: Instagram

Miguel Castillo Bracho y Fernando Aristeguieta. 16-05-2010 | Créditos: Instagram

Aristeguieta, quien conocía personalmente al joven periodista Miguel Castillo, asesinado el miércoles durante una manifestación en Las Mercedes, resaltó que el gobierno ha demostrado su incapacidad total para llevar las riendas del país. “No solo ha generado infinidad de problemas, sino que ha sido incompetente para resolverlos“, afirmó.

Aseguró también que cada venezolano que ha muerto en las protestas le duele. Sin embargo, espera que el país salga pronto de esta situación.

“Ojalá que pronto te podamos ver libre, mi Venezuela. Libre y volviendo a crecer. Viendo como tus hijos, juntos, salen adelante y vuelven a encontrar la felicidad extraviada“, sentenció.

A continuación, el texto completo:

Cuando la muerte toca a alguien cercano, uno siente tristeza y dolor ante la imposibilidad de volver a ver a esa persona y poder mantener una conversación o compartir un abrazo con ella. Afloran en la memoria los gratos recuerdos vividos y es inevitable sentir nostalgia. Después de un período de luto, que repito, es inevitable, empieza el proceso de aceptación de esta nueva realidad. Esa es la vida. Todos en algún momento, con absoluta certeza, nos apagaremos. Pero cuando una vida es arrebatada, que no se cumple el proceso natural, sino que es otra persona quien decide cuando acabar con esa vida, además de la tristeza, la nostalgia y el dolor; sentimos rabia e impotencia.

Ya son muchos años en que Venezuela está sumergida en una ola de violencia desbordada. Los datos de asesinatos en la nación son espeluznantes. Son cifras que ni siquiera alcanzan países en guerra. Quitan vidas por un teléfono celular, por un poco de dinero o incluso por una pequeña discusión en la calle. La gente vive en alerta constante y con miedo continuo por la inminente posibilidad de salir de casa y no regresar. Son cientos de miles los venezolanos que han muerto por causa violenta en los últimos años.

Las fuerzas de seguridad han demostrado una ineptitud tremenda para corregir esta situación. Por desidia, por desinterés o por incapacidad. La delincuencia los superó con creces. Pero esas mismas fuerzas de seguridad que se muestran imposibilitadas para enfrentarse a gente mala, que ha sembrado el terror en toda la población; en los últimos días han mostrado una cara que no le conocíamos, que es la de la eficacia. Lastimosamente la eficacia no ha sido para combatir al crimen, sino para sumarse a él. Son muchos los venezolanos que han sido abatidos en este último mes por las fuerzas de seguridad del estado.

La manifestación pacífica es un derecho expreso en la constitución de Venezuela. Millones de venezolanos han salido a la calle a ejercer su derecho a la manifestación. Derecho a expresar su descontento. Un descontento justificado por la crisis absoluta que está padeciendo el país, por culpa de una dirección que demostró hace muchísimos años que estaba por el camino equivocado.

El gobierno ha demostrado incapacidad total para llevar las riendas del país y, no solo ha generado infinidad de problemas, sino que ha sido incompetente para resolverlos. No conforme con eso, el gobierno ve en cada venezolano que piensa diferente a ellos –que dicho sea de paso, es la inmensa mayoría del país–, a un enemigo. Y como enemigos están tratando a la población, por el simple hecho de desear un mejor país, de querer prosperar, progresar; por soñar con una Venezuela donde puedas salir a la calle sin miedo; una Venezuela donde haya buena educación, buenos hospitales, buenos medios de transporte público, donde haya oportunidades, donde haya libertad de expresión. Una Venezuela mejor.

Según la Real Academia Española, la definición de genocidio es: Exterminio o eliminación sistemática de un grupo humano por motivo de raza, etnia, religión, política o nacionalidad. Dicho esto, considero evidente que en Venezuela se está llevando a cabo un genocidio. Mucho amor al poder o mucho temor a no tenerlo. Porque los responsables de esto no pueden salir impunes. El odio desmedido con el que han tratado al pueblo, tarde o temprano tendrá que verse con la justicia.

Cada venezolano que es asesinado duele en el alma, pero ayer recibí la desagradable noticia de que el asesinado fue un amigo, y el dolor fue más intenso, más profundo. Salió de casa con la cabeza llena de sueños que ya no podrá cumplir. Salió de casa proyectando una vida que ya no tiene. Ayer le tocó a él, mañana me puede tocar a mí. ¿Hasta cuándo? ¿Hasta dónde hay que llegar? ¿Hasta dónde soportar?

Ojalá que pronto te podamos ver libre, mi Venezuela. Libre y volviendo a crecer. Viendo como tus hijos, juntos, salen adelante y vuelven a encontrar la felicidad extraviada. No descansaré hasta verte sonreír de nuevo. Te amo tanto, Venezuela.

Fernando Aristeguieta
11/05/2017


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