Los bolívares también se mueven en las marchas
Las recientes marchas de la oposición no solo han servido para que los venezolanos salgan a las calles a exigir elecciones y la remoción de los magistrados del TSJ, sino también para que los comerciantes informales encuentren un respiro en medio de una economía paralizada.
“Hay punto de venta”, repetían los vendedores de ropa y gorras tricolores, con mensajes de Venezuela, a los opositores que se concentraban la mañana de este miércoles en la plaza Altamira y que por séptima vez intentaban marchar hacia la sede de la Defensoría del Pueblo en Caracas para exigir la salida del presidente Nicolás Maduro del poder.
Ángel Alberto Machado, que ha dedicado 22 de sus 37 años al comercio, cree que las marchas siempre han sido una buena oportunidad para rebuscarse.
“He vendido entre 30 y 60 piezas diarias durante estas manifestaciones, eso representa entre 600.000 y 1.200.000 bolívares. Antes se vendía más, pero la situación ha cambiado demasiado, ya la gente no gasta como antes”, comentó a El Estímulo mientras le cobraba a un manifestante una franela a través de su punto de venta inalámbrico.
“Desde que (Hugo) Chávez estaba en el poder me he rebuscado con esto”, recordó Ángel Alberto.
Franelas, gorras tricolor, sombreros y banderas de siete y ocho estrellas con precios que van desde 15.000 y hasta 25.000 bolívares, eran algunos de los souvenirs que se veían en los alrededores de la plaza Altamira ubicada al este de la capital, uno de los puntos de salida de la concentración opositora de este 26 de abril.
Ángel Barrios de 54 años vende frappes entre 800 y 1.000 bolívares en un colegio caraqueño, pero desde hace tres semanas se unió a las manifestaciones opositoras. Sin embargo, su misión no es la misma que los miles de venezolanos que han salido a protestar en las calles del país en los últimos días: “Las marchas me han servido para vender mis bebidas. En un buen día, como cuando se hizo el ‘Plantón Nacional’, vendí hasta 200.000 bolívares”.
Carritos con venta de agua, Nestea, papelón con limón, platanitos, donas, chicha, chupis y hasta plastificación de documentos se podían encontrar en los alrededores de la plaza Altamira.
Los vendedores informales también han sido víctimas de las represiones de los funcionarios de la Guardia Nacional y algunos hasta han perdido mercancía cuando han intentado resguardarse durante las arremetidas, denunció el comerciante Jesús García de 47 años.
“La gente pregunta, unos tienen para comprar, otros no, por la situación del país que está demasiado fuerte. Los venezolanos prefieren comprar comida que gastar su dinero en gorras y franelas”, manifestó el fabricante de ropa que ha trabajado en todas las marchas convocadas por la oposición desde la época del paro petrolero de 2002 y 2003.
Por su parte, Yaneth lleva 18 años recorriendo desde las 8:00 de la mañana hasta las 6:00 de la tarde las calles de la parroquia La Candelaria, anclada en el centro de Caracas, plastificando documentos. Pero en los últimos cuatro días cambió su lugar de trabajo y se trasladó hacia Altamira y la autopista Francisco Fajardo, zonas donde los marchantes de la oposición se han reunido para protestar en contra del gobierno de Nicolás Maduro. La mujer aseguró que en esa urbanización del Municipio Chacao ha conseguido aumentar sus ingresos.
“Habitualmente camino junto con mi hijo por La Candelaria, desde las 8:00 am hasta las 6:00 pm, y nos hacemos entre 10.000 y 15.000 bolívares diarios plastificando documentos (a 1.000 bolívares cada uno), como cédulas, licencias de conducir, certificados médicos, entre otros. Aquí en Altamira, me he hecho en menos horas de trabajo hasta 40.000 bolívares. Ahora puedo comprar más comida”, expresó.
En una calurosa Caracas, un aviso de “Recarga tu botella de agua” parece una buena opción para cualquier marchante sediento. José Bustamente, community manager de 24 años, dejó las redes sociales estos días y tomó un termo de agua y su moto para rebuscarse con este innovador negocio. El joven junto con su novia hace refill de botellas de agua a 500, 1.000 y a 1.500 bolívares. “Lo máximo que he vendido en un día son 35.000 bolívares”, señaló.
– Mucha rumba, pero pocas ventas –
En el otro lado de la ciudad capital, en Bellas Artes, los estudiantes de la Universidad Nacional Experimental de la Fuerza Armada (Unefa) se encontraron en la Plaza Morelos para marchar hacia el Palacio de Miraflores y reunirse con el presidente Maduro, actividad que según los chavistas tenía como motivo principal la “defensa de la soberanía nacional y la paz del país”.
Mientras en El Rosal y en las adyacencias de los estadios de la Universidad Central de Venezuela, los efectivos de la Guardia Nacional reprimían a los opositores con bombas lacrimógenas y perdigones, los chavistas bailaban samba, tambores y hasta salsa.
En Bellas Artes los vendedores informales no abundaron como en el este de Caracas: un carro de jojotos sancochados, un vendedor de platanitos, otro de cepillados y otra de papelón con limón, fueron las únicas alternativas que se observaron en al menos tres cuadras.
Luis Hernández tiene 30 años vendiendo jojotos en las calles de Caracas y aseguró que nunca se ha perdido una marcha del gobierno. Al preguntarle sobre cómo han estado las ventas en las últimas concentraciones del chavismo respondió: “Esto está jodido. Hoy no hay vida”.
por Andrea Ballesteros / El Estímulo
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