Un sacerdote italiano organizaba orgías en la casa parroquial
Desde hace más de un mes todos los periódicos italianos se ocupan de un escándalo sexual sin precedentes en una parroquia de Padua, la ciudad al norte de Italia que cuenta con la Basílica de San Antonio, una de las metas planetarias de la cristiandad. En la parroquia de San Lázaro, con 1.500 fieles, su párroco Andrea Contin, de 49 años, está siendo investigado por la magistratura por violencia privada y favorecer la prostitución. Andrea Contin, vocación tardía (entró en el seminario siendo ya abogado), fue denunciado por una parroquiana, de 49 años, madre de familia, publica ABC de España.
El 6 de diciembre presentó denuncia ante los Carabineros (institución de carácter militar): «Tengo una historia de amor con el sacerdote desde el 2012, pero se ha convertido tan violenta que terminé en el hospital», confesó la señora, a la que había hecho prostituirse. La parroquiana dio detalles escabrosos sobre relaciones sexuales anómalas en la casa parroquial, con orgías con otros hombres organizadas por el párroco Contin, viajes de lujo del sacerdote, incluyendo excursiones con la amante a Cap d’ Agde, la tierra prometida para intercambios de parejas en su playa de la Costa Azul.
Sex shop en la casa parroquial
Los Carabineros investigaron en la casa parroquial y se encontraron algo parecido a un sex shop: En una habitación cerrada con llave descubrieron una colección de vibradores, fustas, cadenas, esposas y casetes de vídeos pornográficos, algunos grabados por el sacerdote Contin. Para disimular su contenido, había titulado cada una de las casetes con el nombre de un Papa. Lo más importante que encontraron los Carabineros, desde el punto de vista de la investigación, fue una agenda de Andrea Contin, con nombres de muchas mujeres. Al ser contactadas por los investigadores, resultó un escenario inesperado: Al menos otra media docena de mujeres han declarado haber sido amantes del sacerdote.
Hay una característica común en la mayoría de las historias: Todas las amantes confiesan que la primera relación con el párroco se produjo en un momento de crisis conyugal o de debilidad. La investigación continúa. Los periódicos contabilizan las mujeres, llegando ya a una docena y se habla de algún sacerdote más implicado, apuntándose el nombre de Roberto Cavazzana de 41 años, párroco de Carbonara di Rovolon, también en la diócesis de Padua.
«Avvenire», periódico de los obispos: «Triste historia»
«Avvenire», el periódico de los obispos italianos, mandó a un enviado especial para contar de primera mano lo que califica como «una triste historia»: «Andrea Contin era un magnífico seductor capaz de mostrar su lado luminoso, reservando el lado tenebroso a los encuentros con mujeres reducidas a esclavas, subyugadas. Poder espiritual, poder sexual: Ángel y demonio», escribe «Avvenire», que recoge la opinión del nuevo administrador parroquial, el sacerdote Giovanni Brusegan: «He encontrado una comunidad que, a pesar de todo, está viva. Ciertamente, herida y desconcertada. Debe hacer las cuentas con una gran contradicción». La contradicción de un párroco con doble cara, según describe «Avvenire».
Por una parte, está la imagen que se refleja en las palabras de estima que llegan de algunos fieles, todavía incrédulos, a los que Andrea Contin ayudó y les hizo bien; por otra parte, el cura erotómano perverso del que la prensa publica páginas de las declaraciones con todo lujo de detalles.
El obispo pide perdón
Cabe elogiar la actitud de la Iglesia, que apartó de inmediato a Andrea Contin de la parroquia, colaboró en la investigación y pidió perdón. El obispo de Padua, Claudio Cipolla, ha enviado a las comunidades cristianas de la diócesis, «heridas y escandalizadas», una carta ejemplar, llena de dolor y sufrimiento, en la que pide perdón.
Estos hechos proyectan una sombra de duda tenebrosa sobre todo para nuestra Iglesia: Quizás es por esto por lo que me avergüenzo y pido yo mismo perdón por los que han atentado a la credibilidad de nuestra predicación». Concluye su carta el obispo Claudio Cipolla subrayando que un caso aislado no puede emborronar la extraordinaria tarea de la Iglesia: «Este mal, que hace tanto ruido, no me impide recordar y de ver tantos sacerdotes y diáconos que han sacrificado la vida en la coherencia, con humildad y fidelidad».
Por ÁNGEL GÓMEZ FUENTES/ ABC de España