Médicos se valen de la intuición para salvar vidas en Venezuela
Los métodos médicos artesanales se comenzaron a ver este año en hospitales. Se aplican en abordajes desde un paciente que recibió un tiro y le perforó un pulmón hasta en diagnósticos de anemia.
Los médicos se las ingenian con técnicas antiguas y se valen de instintos adquiridos por conocimientos clínicos para hacer diagnósticos, debido a la falta de insumos para las pruebas confirmatorias. Todos coinciden: la medicina retrocedió décadas.
El adjunto de la Emergencia del hospital Vargas, Alfredo Villarroel, se graduó en 2005. Hoy cuenta como anécdota que debe armar un sistema de drenaje torácico con una sonda y botellas de agua de cinco litros para poder salvarle la vida a los pacientes que llegan con tiros en el pecho y se les lesionó el pulmón. A estas personas hay que extraerles el aire y líquido del espacio pleural, pero ante la falta de unidades de drenaje desechables comercializadas como el sistema Pleur-evac, que además de estar esterilizado trae las medidas para que el especialista sepa cuánto se va drenando, se debe apelar a la técnica antigua.
Desde la década del ochenta cuando se conoció que el VIH podía trasmitirse por uso de material quirúrgico comenzó, como protocolos médicos, a usarse insumos que deben ser descartables y no solo esterilizados. Hoy esta pauta médica debe olvidarse en contingencias de las Emergencias en hospitales del país. Villarroel asegura que la conexión de los ventiladores mecánicos, las agujas de biopsia y los implementos de respiración artificial son reusados. “Eso genera el riesgo de que el paciente se contamine, pero es eso o dejarlo morir. Hay que tomar decisiones”, explica.
Vuelven técnicas abrasivas. Los residentes de neurocirugías saben que se pueden atender aneurismas cerebrales con métodos menos traumáticos y riesgosos, mas no pueden aplicarlos. “Las malformaciones vasculares (se pueden) resolver quirúrgicamente de forma mínimamente invasivas con un cateterismo con stent dentro del cerebro porque es riesgoso llevarlos a quirófano, pero no hay material endovascular”, explica un médico. La opción, entonces, es llevar a quirófano y hacer una craneotomía, es decir, abrir el cuero cabelludo, el cráneo y la cubierta del cerebro y esperar que el paciente resista.
Los pacientes con párkinson pueden optar por cirugías con impulsos eléctricos dirigidos a dos áreas del cerebro que les controlan los movimientos involuntarios característicos de su condición; sin embargo, no hay electrodos en el país. La opción en hospitales como el Vargas es retomar técnicas de 1960: cauterizar el área del cerebro con electricidad de forma definitiva, lo que puede traer problemas motores en el paciente.
La intuición. Danny Golindono, residente de hematología y coordinador de Médicos por la Salud, denuncia que la escasez de reactivos para pruebas confirmatorias para detectar tipos de anemia, por ejemplo, por deficiencia de hierro, ácido fólico o de vitamina B12 es una tarea difícil en centros públicos. Mucho más difícil es detectar un tipo de leucemia. Si el paciente no tiene cómo resolver en un centro privado, los médicos deben apelar solo a su percepción según síntomas clínicos del paciente para paliar la enfermedad hematológica.
Para atender un infarto no hay cómo hacer los diagnósticos para tratar al paciente. Los centros públicos carecen de electrocardiogramas y de reactivos para hacer el examen confirmatorio de los niveles de troponina, proteína que secreta cuando hay un ataque cardíaco.
Este año José Torres, presidente electo de la Sociedad Venezolana de Cardiología, explicó que Venezuela retrocedió entre 20% y 25% en la probabilidad de que un paciente corra riesgo de muerte y sufra un segundo infarto en las primeras 24 horas del primero, lo cual era la media mundial hace 20 años. Mientras que en el ámbito internacional, este índice disminuyó a 3%. La primera causa de muerte en Venezuela está lejos de prevenirse.
Estancados en medicinas de última generación
Los tratamientos de primera línea en enfermedades crónicas no están disponibles ni tampoco está a la disposición el último descubrimiento para curar enfermedades.
Quienes tienen hepatitis C no tienen acceso a las nuevas terapias como sofosbuvir, ledipasvir, daclatasvir y Viekirax, y traerlas del exterior tiene un costo que oscila entre los 84.000 dólares y los 135.000 dólares. Hasta el año pasado el IVSS solo traía al país un protocolo (interferón y ribavirina) que ofrece 50% de probabilidad de curación.
Para quienes tienen párkinson se traen de forma intermitente los medicamentos Madopax, Mirapex y Stalevo, que se encuentran cada 4 y 6 meses, aproximadamente. El principio activo rasagilina es una medicina que permite que la enfermedad no avance, pero nunca ha estado disponible en Venezuela. Su precio varía entre 74 y 1.361 dólares, dependiendo de la casa comercial y la cantidad de pastillas, según la página Medicinas Online Canadá.
Para la esclerosis múltiple el fármaco Gilenya es uno de los tratamientos de última generación, pero tampoco está aprobado por la farmacia de alto costo del IVSS. Los otros tratamientos aprobados son Betaferon, Tysabri, Copaxone y Avonex, mas su despacho es intermitente.