La crónica de un extrajero que dejó Venezuela tras vivir 24 años en el país

Después de 24 años, dejo el desastre en el que Venezuela se ha convertido

Y mi corazón se aflige por mis amigos y vecinos que están atrapados allí porque lo peor está aún por venir.

La pregunta nunca cambió durante mi últimos cuatro años en Venezuela. Aparecía mientras estaba esperando en una larga fila parar comprar pan o papel higiénico, o mientras era interrogado por oficiales de inmigración cuando renové mi permiso de residencia.

Los policías siempre me preguntaban en los controles de tráfico, así como la mujer de mi oficina de correos.

“Tu puedes dejar este desastre; ¿Por qué no lo haces?” Dependiendo de quién preguntara, yo podía reírme o sonreír antes de lanzarme a explicar mis razones para quedarme en Venezuela.

La gente, el agua, la comida y la bebida, la música y la danza, la cultura (todas eran parte de mi arsenal de respuestas). Si la persona que me preguntaba lucía interesada, yo podía agregar que había comprado una casa a 80 minutos de Caracas y que me había enamorado de mi urbanización y su alucinante paisaje. O la manera en la que amaba despertarme en las mañanas con los sonidos que hacían una banda de monos y los suaves gruñidos de tucanes verde esmeralda. La gente siempre se sorprendía de que cosechara mi propio café, así como la mayoría de los vegetales y las frutas que comía. También se sorprendían cuando les contaba que enseñaba inglés de manera gratuita en dos preescolares y que estaba participando en uno de los muchos experimentos sociales del fallecido Hugo Chávez orientadas a reducir la pobreza y crear una sociedad más justa.

Pero luego de vivir 24 años en el país, el último mes decidí hacer lo que todos pensaron que debí hacer hace muchos años: dejé Venezuela. Fue quizás la decisión más difícil de mi vida, incluso después de una oleada de robos a mano armada en mi urbanización y escasez de alimentos, medicina y repuestos que hacían de mi vida una lucha constante por la supervivencia.

En ocasiones llegué a pensar que solo el presidente Nicolás Maduro y yo seríamos los únicos que permaneceríamos en el país, el cual ha visto como 1.5 millones de sus habitantes han tenido que huir para buscar mejor calidad de vida desde que Chávez era presidente. El éxodo no muestra señales de aminorar. De hecho, probablemente empeore.