Legado: los hijos del 11 de septiembre se inspiran en la tragedia

Derrumbe de la Torre Sur del complejo World Trade Center, el 11-S| Foto cortesía

Derrumbe de la Torre Sur del complejo World Trade Center, el 11-S| Foto cortesía

Luego del ataque terrorista-como se ha denominado-más mortífero que ha ocurrido en toda la historia de Estados Unidos, el pasado 11 de septiembre del 2001, al menos 3000 chicos y jóvenes perdieron a padres y familiares que les otorgó el nombre de “los hijos del 11 de Septiembre”.

15° aniversario del derrumbe de la Torres Gemelas

A un día de que se cumpla el  15° aniversario de los atentados en el World Trade Center de Nueva York, en el Pentágono y en Shanksville (Pensilvania), “los hijos” de esta tragedia ya no son chicos sino adultos o casi adultos. Y son encargados de construir el legado que les dejó aquella catástrofe. 

A muchos de ellos los guió la decisión de honrar a sus padres muertos o la consciencia de vida que tan dolorosamente debieron adquirir. Y lo han hecho de maneras tan variadas como trabajar con refugiados, estudiar las fuerzas que confluyeron en los ataques terroristas, ocupar el papel de madre por la muerte de la figura materna, llevar a cabo algún sueño deportivo que sus padres no pudieron concretar o intentar transformar en un crecimiento personal el dolor de la tragedia, que aún mantiene cicatrices abiertas, reseña La Nación.


TESTIMONIOS DE LOS HIJOS 11-S


<<Superación: “Logré crecer a partir de algo horrendo”>>

Martin Massaroli|Foto AP

Varios años después del 11 de Septiembre, Michael Massaroli encontró en su casa una caja llena de mensajes de condolencia.

Habían llegado de Estados Unidos y de todo el mundo, en su mayoría de desconocidos, después del atentado donde murió su padre y homónimo, un ejecutivo de inversiones. Michael entonces tenía 6 años. Dos meses antes, su madre había dado a luz a una beba.

“Al ver lo solidaria y cariñosa que había sido la gente con nosotros sentí que realmente tenía que hacer algo, elegir una carrera que me permitiera ayudar a los demás”, dice Michael.

Decidió dedicarse a la función pública, ya que la política siempre le había interesado. Cuando cursaba la secundaria, ya era pasante de un legislador de su estado.

Actualmente Michael tiene 21 años y acaba de graduarse en la Universidad George Washington. Y obtuvo su primer trabajo en una empresa de Washington que colabora en el manejo de las finanzas de las campañas políticas.

“Creo que estoy pudiendo lograr un crecimiento personal de algo que fue horrendo”, dice Michael. “Es mejor eso que quebrarse.”

<<Unión: “Lo más fuerte que compartíamos fue la lucha”>>

Hija de Seth Wenig |Foto: AP

La hija de Seth Wenig, Thea pisó por primera vez el el Madison Square Garden en el 2014 desde que perdió a su padre. 

Al mirar las butacas donde de pequeña solía sentarse con él fue como si le estrujaran el corazón, cuenta Thea, que ahora tiene 25 años. Tenía 10 cuando escuchó que su papá llamaba por teléfono a su mamá para despedirse desde la Torre Norte del World Trade Center, donde trabajaba como analista en telecomunicaciones. Cuando creció, se preguntó cómo podría honrarlo.

“Me preguntaba qué era lo más fuerte que compartíamos, y recordé que era la lucha”, dice Thea.

Su papá fue un destacado luchador en la escuela secundaria. Y ella decidió dar sus primeros pasos en el deporte con el seudónimo de Divina Fly y Rosita.

Cuando su historia se divulgó, la revista Pro Wrestling Illustrated la nombró Luchadora Inspiración de 2011. Ahora Thea dice sentir el espíritu de su padre cada vez que se sube al ring.

“Ésta es por vos, papá”, se dice a sí misma. “Vos cuidame.”

<<Nostalgia: “El amor llega a pesar de todo”>>

Madre e hija, fallecida Máxima Jean-Pierre|Foto: AP

Anjunelly Jean-Pierre tenía todo su futuro perfectamente planeado. Se iba a enrolar en las fuerzas armadas y finalmente llegaría a ser médica o abogada, tal como había soñado su mamá.

Pero su madre, Máxima Jean-Pierre, inmigrante de República Dominicana, murió en el World Trade Center, donde era gerenta de uno de los bares.

En los años que siguieron, Anjunelly hizo el duelo, se repuso y modificó sus planes de vida: decidió seguir la misma profesión de su mamá.

Sintió nostalgia por los almuerzos de domingo con la casa llena de familiares y amigos.

“Fui cayendo en la cuenta de que la comida une a la gente”, dice Anjunelly, que hoy tiene 34 años. “El amor llega a pesar de todo”, añade.

Completó entonces sus estudios en la escuela de cocina e incluso se desempeñó como ayudante en un programa de cocina por televisión. Finalmente, ahora trabaja en un lugar donde unir a la gente tiene tal vez una particular importancia: es gerenta en el comedor del Congreso norteamericano.

Allí bautizó uno de los platos más requeridos con el nombre de su mamá: “El arroz de Máxima”.

<<Herencia: “Quise jugar en honor a mi padre”>>

Ronald Milam Jr.| Foto: AP

Ronald Milam Jr. no siempre les cuenta a sus compañeros de equipo de fútbol americano y básquet que existe una razón por la que lleva el número 33 en la camiseta. Es por su padre, el mayor del ejército Ronald Milam, que tenía 33 años cuando murió en el atentado contra el Pentágono.

Ronald Jr. nunca conoció a su padre. El 11 de septiembre de 2001, su madre, Jacqueline Milam, entonces capitana de la Fuerza Aérea, estaba embarazada de él.

Jacqueline trabajaba en el mismo edificio que fue atacado por un avión pero logró escapar sana y salva.

Ronald Jr. ahora tiene 14 años y acaba de ingresar en la secundaria de San Antonio. Es uno más del centenar de hijos de víctimas del 11 de Septiembre que nacieron después de muerte de sus padres.

Le dicen a Ronald Jr. que tiene los rasgos de su papá y el mismo carácter imperturbable. Y el número que lleva en la camiseta es su modo de conectarse con ese papá que nunca conoció, pero que también fue jugador en la universidad.

“Quise jugar en honor a mi papá”, dice Ronald Jr. “Por eso elegí el número.”

<<Guía: “Mamá fue siempre un ángel guardián”>>

Stacey Sennas McGowan|Foto: AP

Ryan McGowan tiene los números romanos “IX.XI” (11 de Septiembre) tatuados en la nuca. “Como lo llevo en la piel, tengo que hablar del tema”, dice.

Ryan tenía 5 años y su hermana Casey 4, cuando su madre, la ejecutiva Stacey Sennas McGowan perdió la vida en el atentado.

Pese a que se lleva apenas un año con Casey, Ryan pasó a ocupar una suerte de rol de madre ayudando a su hermana a vestirse para la escuela y preparando la cena para cuando su padre, Tom, volvía del trabajo. En todo, su madre “fue siempre un maravilloso ángel guardián”.

Ahora de 20 años, Ryan estudia márketing en el Boston College, donde también acaba de ingresar su hermana Casey en la carrera de comunicaciones.

Ryan pasea frecuentemente por el campus de la universidad y va hasta el memorial donde está escrito el nombre de su madre junto al de los otros 21 graduados del Boston College que perdieron la vida el 11 de Septiembre. Es el lugar donde más cerca se siente de su mamá, cuyos restos nunca fueron identificados e inhumados.

“Acá puedo sentarme y simplemente pensar”, dice Ryan.

Traducción de Jaime Arrambide


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Con información de La Nación

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