Marita Lorenz, la mujer que fue amante de Fidel Castro y Marcos Pérez Jiménez

Marita Lorenz | Foto: Micke Sébastien, Paris Match y Ediciones Península.

Marita Lorenz | Foto: Micke Sébastien, Paris Match y Ediciones Península.

Marita Lorenz conoció a Fidel Castro poco después del triunfo de la revolución cubana. En aquel momento —1959— el barco que capitaneaba su padre atracó en La Habana. Castro quería conocer el crucero y Lorenz le enseñó desde la sala de máquinas hasta la primera clase.

“Él me preguntó dónde estaba mi camarote. Una vez allí, tras abrir la puerta, me empujó al interior, me atrajo hacia sí y me abrazó. Ese fue mi primer beso con un hombre”, afirmó.

Marita, de joven, en una playa cubana. | Foto: Micke Sébastien, Paris Match y Ediciones Península.

Marita, de joven, en una playa cubana. | Foto: Micke Sébastien, Paris Match y Ediciones Península.

Vivió un romance con él durante 8 meses. Quedó embarazada, pero su hijo le fue arrebatado en un parto provocado. 

 

Ocho meses de pasión pagados con “una vida de castigos”. En su libro ‘Yo era la espía que amó al comandante’ de la Editorial Península, Lorenz narra las historias de un amor que marcó  su vida para siempre.

En un artículo del diario español El Mundo, Olivier O’Mahony reseña que Lorez es hija de un capitán de barco alemán y de una agente americana.

Lorenz asegura que pudo cambiar la historia si se hubiera atrevido a colaborar con la CIA para asesinar al líder de la revolución cubana, pero no lo hizo. Lo consideraba “el amor de su vida”.

 

RELACIÓN

Ambos se reencontraron luego de una llamada que Lorenz recibió en Nueva York para invitarla a La Habana. Viajó a la isla a bordo de en un avión de Cubana Airlines. No le contó nada a sus padres. Llegó a vivir en la suite 2.408 del hotel Hilton, donde también residía Fidel. Su hermano Raúl y el Che Guevara ocupaban las habitaciones de al lado.

Lorenz también asegura que tuvo una relación con el ex presidente venezolano Marcos Pérez Jiménez. A ambos dictadores los calificó de “narcisistas”.

Cuenta que a Fidel “le faltaba confianza en sí mismo o, mejor dicho, necesitaba ser adulado y mimado, como un niño pequeño”.

Fidel nunca le habló de boda porque aseguraba que estaba casado con Cuba. Lorenz sentía muchos celos de sus otras aventuras, pero no decía nada. Las presiones con él no funcionaban.

Cuando le confesó que estaba embarazada, Castro le dijo: “Todo va a salir bien”.

EL CONTRAESPIONAJE

Lorenz relata que estando en La Habana, un hombre llamado Frank Sturgis le dijo que podía sacarla de Cuba, pero que ella se negó.

“Llevaba un doble, triple o cuádruple juego. También se relacionaba con Batista, el exdictador al que Castro había derribado, y con la CIA, que seguía considerando Cuba como una colonia de EEUU. Cuando le dije a Fidel que había hablado con Sturgis, me ordenó que no volviese a verlo jamás”, relató.

En octubre de 1959, Marita Lorenz bebió un vaso de leche y cayó al suelo presuntamente intoxicada. Uno de los colaboradores de Fidel la llevó al hospital y organizó su repatriación en un avión a Nueva York. Despertó en el hospital Roosevelt, en Manhattan.

Respecto a su hijo, asegura que vive en Cuba y se llama Andrés Vázquez. Según le dijeron los médicos en Nueva York que la examinaron, nació cuando estaba en coma en la isla.

Marita junto a la hija que tuvo con el dictador venezolano Marcos Pérez Giménez. | Foto: Micke Sébastien, Paris Match y Ediciones Península.

Marita junto a la hija que tuvo con el dictador venezolano Marcos Pérez Giménez. | Foto: Micke Sébastien, Paris Match y Ediciones Península.

Volvió a ver a Fidel en 1981 y le “suplicó” que le presentara a su hijo. Le dijo que estudiaba medicina. Tiempo después, mantuvieron poco contacto a través de cartas.

Estando en Nueva York, volvió a tener contacto con el agente Frank Sturgis. En 1961 regresó a Cuba con la intención y la orden de matar a Fidel Castro.

Sin embargo, cuando se reencontró con Castro, este le dijo: “Nadie puede matarme”. Sus jefes del contraespionaje no estaban contentos y le contaron que si lo hubiese matado, no habrían tenido que poner en marcha la operación de Bahía de Cochinos.

Marita Lorenz asegura que hoy en día vive “de nada” y expresa que toda su vida ha estado vinculada, directa o indirectamente, a los servicios secretos, “bien a través de mis amigos mafiosos o a través de empresas de seguridad y de detectives privados, como Wackenhut, una empresa muy cercana a la CIA. Hoy vivo en una ratonera en Queens, en un semisótano, con mi gato, mi tortuga y mi pez naranja. Sólo tengo un deseo: partir”.

Lea la entrevista completa aquí.


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