El artículo de Nacho que habla sobre las canciones “explícitas”

Miguel Ignacio Mendoza mejor conocido como “Nacho” | Foto: Archivo

Miguel Ignacio Mendoza mejor conocido como “Nacho” | Foto: Archivo

El cantante venezolano Miguel Ignacio Mendoza, mejor conocido como Nacho, se refirió en su artículo dominical sobre las canciones explícitas.

A continuación el artículo íntegro: “NI MUY MUY, NI TAN TAN”

Ayer una persona me dijo que le encantaba la canción que escribí para mi esposa (“Andas en mi cabeza”), pero que le seguía pareciendo extraño que temas “fresa” y de tipo romántico se oyeran todavía entre la juventud. Me enseñó una lista de ratings y me demostró con base, que lo que lidera las radios a nivel mundial son las letras explícitas de carácter violento o sexual y que él quería comenzar una campaña mediática fuerte para impedir que ese tipo de canciones, que yo mismo canto y bailo sin determinar realmente lo que expresan, no tuvieran la proyección que tienen. Le dije: “el ritmo juega un papel protagónico en la música comercial. Es posible que la gente ni siquiera se interese en analizar lo que transmite el artista con las palabras y satisfaga sus gustos con los sonidos instrumentales”.

Me dijo: “¿pero sí entiendes que todo el asunto implícito en una canción queda en el subconsciente de los chamos, no?” A pesar de que me puso a pensar, sigo defendiendo el hecho de que son pocos los adultos que según sus experiencias vividas, tienen la moral tan sólida como para rechazar el contenido lírico de una publicación musical, pero como padre, entiendo que hay canciones que los niños no deberían escuchar sin orientación o simplemente no deberían escuchar ni por equivocación hasta cumplir la mayoría de edad. La conversación fue extensa. Cuando concluíamos le dije: “hay maneras de lograr darle a los jóvenes lo que quieren escuchar sin necesidad de hacerlo tan grosero y evidente. Que diga mucho y no diga nada. Que cada quien absorba lo que oye según sus vivencias y le de el significado que quiera, de manera que para una mente inocente, tenga un panorama inocente y para quienes tienen mucho camino recorrido, la vista sea diferente, porque ¿cómo le exiges a esos cuerpos que no pidan rumba y meneo?”

A mí me encanta la poesía, pero todos sabemos que en la intimidad, las frases poéticas quizás lleguen a la hora del descanso; sin mucha azúcar porque empalaga. En esos instantes donde nos conectamos con nuestro origen, los improperios dichos al oído incluso afinan y mejoran la experiencia. Por eso nos identificamos tanto con lo vulgar, porque la mayoría de los adultos, hemos conocido lo que producen nuestros impulsos más básicos cuando le damos libre albedrío al instinto. Lo que pasa es que la lógica nos dice que antes de poner un pie fuera de casa nos vistamos con telas de decencia y no andemos vociferando detalles de lo que sucede en nuestros momentos de privacidad. Es muy bonito el cuento de la cigüeña pero seguimos al tanto de que la práctica constante de la actividad que trae nuevas vidas al mundo es exageradamente importante, primordial y saludable para el éxito de una pareja sentimental que busca longevidad en su unión.

Si nos alarma lo que nuestros hijos escuchan en las canciones, entonces preocupémonos por convertirnos en un filtro eficiente, en hablarles sin tabúes, en orientarlos. Creo que es preferible invertir el tiempo en eso, que invertirlo en críticas a una tendencia que no da señales de querer desaparecer. El sexo nos tiene rodeados, está en todos lados y son pocos a los que la materia no les concedió un rabo de paja, incluyéndome. En fin, todo me sigue indicando que no se debe rechazar algo radicalmente ni darle entrada completamente. La vida es buena cuando hay equilibrio.

El radicalismo es una de las torpezas más desagradables del ser humano; lo convierte en juez de todo menos de sí mismo, lo vuelve arrogante, imprudente, poco sensible, despectivo, pero sobre todo lo aleja de la realidad y la realidad es que necesitamos seguir cambiando y evolucionando de la mano con el mundo, no quedarnos rezagados en lo ortodoxo porque caducaríamos antes de morir. Hagamos lo posible porque cada quien escuche lo que quiera, cuando quiera y reciba respeto; que crea en lo que quiera y también se le respete. Démosle direcciones a los más jóvenes para que se enfrenten a la vida sin miedo, con objetividad, sabiendo que la moral es necesaria para mantener el orden pero debemos aceptar la diversidad de pensamientos y preferencias, ocupémonos de lo nuestro y pongamos en práctica la frase célebre: “Ni muy muy, ni tan tan”.

Por: Miguel “Nacho” Mendoza


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