Profesor francés explica que “el fascismo nació en la izquierda”
En el portal web La Patilla apareció un artículo traducido del filósofo francés, profesor universitario y especialista en ciencias políticas, Yves Roucaute, quien explica de manera magistral que el “fascismo”, “nazismo” nació en la izquierda, y no en la “derecha” como aseguran los gobernantes comunistas y socialistas que son de extrema “izquierda”, valga la redundancia.
En Venezuela, el Gobierno anterior de Hugo Rafael Chávez Frías hizo una promoción del término “fascista” adjudicado nada más y nada menos que a la oposición venezolana. Y siguiendo la línea de la sucesión de Chávez, Nicolás Maduro emplea el mismo término para calificar a la “derecha-burguesa-apátrida”.
El profesor francés, explica que el término “fascista” formó parte del comunismo, nazismo y socialismo, tres grandes corrientes políticas que intentan hablar de la “igualdad” pero que se vuelven tan extremistas que rayan en opresión.
“La izquierda y la extrema izquierda no temen usar los términos “fascista”, “nazismo” para satanizar a sus adversarios”, sostiene el profesor. Y agrega: “¿El fascismo? Nació en la izquierda, en la extrema izquierda. ¿El inventor? El socialista Benito Mussolini”.
Además, Roucaute aclara quienes se opusieron al fascismo (una vez que surgió) precisamente fue “la derecha” en Francia.
“¿La extrema derecha, camaradas? Ella es monarquista, católica, anti populista. Nada que ver con el fascismo”, aseveró.
A CONTINUACIÓN EL ARTÍCULO COMPARTIDO POR LA PATILLA
Por Yves Roucaute *
Revista Valeurs Actuelles, Paris
Traducido del francés por E. Mackenzie
2 de junio de 2016
La izquierda y la extrema izquierda no temen usar los términos “fascista”, “nazismo” para satanizar a sus adversarios. La mayor parte de la prensa se monta en ese caballo y hasta algunos dirigentes de derecha repiten eso como tontos. En estos días en Francia pensar se convirtió en un lujo y develar el sentido oculto un trabajo peligroso.
La búsqueda de la verdad es algo poco aconsejado hacer en estos tiempos. Correré, sin embargo, el riesgo. Quizás en recuerdo de Charles de Gaulle o de Ronald Reagan quienes fueron tratados en otra época de “fascistas”, por los mismos de siempre. Y por los que hoy, como un animador del Petit journal de Canal Plus, que piensan que la Shoah es un detalle de la historia, hasta por quienes presentan a Donald Trump con una cruz gamada y teniendo su pretendido libro de cabecera Mein Kampf, mientras [el diario comunista] l’Humanité le pega una foto de Pétain a Nicolas Sarkozy, el famoso “liberal-fascista”. De Norbert Hofer a Victor Orban, oh, oh, desconfiemos, los fascistas están en todas partes, dicen ellos.
Esa gente asimila fascismo y extrema derecha. Como en “extrema derecha” hay la palabra “derecha” se valen de eso. El hombre de la calle llega a creer: la derecha es potencialmente “extrema”, es decir, “fascista”. Muy hábil.
¿Debemos recordar acaso que la oposición al fascismo, en Francia, fue hecha antes que nada por la derecha, en especial por Charles de Gaulle, y no por la izquierda, quien fue, por el contrario, colaboradora y pacifista, al menos hasta la entrada de las tropas alemanas a París? ¿Que la gran figura de la lucha antifascista en el mundo no fue el comunista Stalin, quien firmó un pacto de no-agresión con Hitler, sino un liberal y conservador, Winston Churchill? ¿Que la tercera gran figura del antifascismo fue Franklin Roosevelt, un anticomunista y antisocialista notable? Bien, ya siento que esto no gusta. Para lo que sigue necesito una casamata.
¿La extrema derecha, camaradas? Ella es monarquista, católica, anti populista. Nada que ver con el fascismo. ¿El fascismo? Nació en la izquierda, en la extrema izquierda. ¿El inventor? El socialista Benito Mussolini, Benito en recuerdo de Benito Juárez, revolucionario mexicano. En marzo de 1919, en Milán, Mussolini creó los Fascios italianos de combate, origen de la palabra “fascista”. Se dió a conocer en mayo de 1901 al prohibirle a los maestros entrar en una escuela en huelga. En Suiza, en 1902, encontró a su musa: Angélica Balabanova, amiga de Lenin, descrita en Pravda como la que dirigía la política revolucionaria en Italia. Mussolini publica, en 1903, un libro anticlerical: Cristo y Ciudadano. Y deviene el socialista más popular, después de ser condenado por haber agredido a “explotadores”. Nacionalista, desarrolla la tesis aplaudida por Lenin, y retomada más tarde por Mao, de la “nación proletaria” italiana, opuesta a la “nación plutocrática” que tiene colonias.
En 1912, gana el control del Partido Socialista tras derrotar a los “derechistas” del mismo. Su popularidad aumenta cuando es encarcelado por haber cometido saboteos económicos. El futuro secretario general del Partido Socialista, Pietro Nenni, le da entonces el calificativo de Duce. Nombrado director de Avanti!, el órgano central del partido, organiza la huelga general obrera de 1914. En octubre, se pronuncia en favor de la guerra, como los otros socialistas europeos, y crea Il Popolo d’Italia, con esta cita de Auguste Blanqui: “Quien tiene el fierro tiene el pan”. Expulsado del PS, siendo ya el socialista más popular del país, replica: “Expulsándome, ustedes no me impedirán la fe socialista ni el combate por la revolución.”
¿Las huelgas generales de 1921? Son también obra de él, hasta el referendo del 23 de septiembre, organizado por el sindicato de la metalurgia (FIOM), que vota poner fin a la huelga y rechaza los “consejos de fábrica”, soviets anarquistas y comunistas apoyados por Moscú. Aplaudido por el gobierno y los socialistas, Mussolini los increpa: ustedes prefieren Rusia a la clase obrera italiana, les lanza. En agosto de 1921, Mussolini firma un “pacto de paz” con los socialistas, poco molestos por la violencia contra los empresarios, la policía, los militares y los sacerdotes. En diciembre, rompe ese pacto, con el apoyo de los lideres sindicales revolucionarios y los 310 000 afiliados. En 1922, son las marchas, en especial la de Roma. Nombrado presidente del Consejo, Mussolini gobierna, al comienzo con los ministros socialistas, se muestra como el hijo del pueblo, ofrece pan y juegos, recarga de impuestos a los ricos y al capital, prohíbe la especulación, lanza grandes obras, da empleos creados por el Estado, semana de 40 horas, aumento de salarios, control policiaco del país siguiendo el modelo leninista.
En todas partes, en Europa, los socialistas crean grupos fascistas. En el Reino Unido, Oswald Mosley, diputado laborista, funda, en 1932, la Unión de fascistas británicos. En Francia, el diputado socialista Marcel Deat, ministro del Frente Popular, funda en 1936 la Unión Nacional Popular (RNP).
¿Y Hitler? El descubre nacionalismo y revolución en los cafés de Viena. Y un antisemitismo nuevo que no es aquel, tradicional, ligado a la tierra, que excluye a los judíos, sino el revolucionario, que exige la eliminación de los burgueses, es decir de los judíos. Esa idea es una herencia de la izquierda francesa del siglo XIX. El periódico Candide, de Auguste Blanqui, es quien inventa la superioridad de la raza aria. Edouard Drumont, colaborador de la oficial Revue socialiste, reducto de antisemitas revolucionarios, es quien, desde 1886, escribe La France juive. Georges Vacher de Lapouge, autor preferido de Goebbels, es candidato socialista en 1888, fundador de la sección socialista de Montpellier, es quien publica l’Aryen, son rôle social(1899), y quien escogerá la extrema izquierda en 1902.
¿A quién llama Hitler para ser ministro de la Propaganda en el gobierno bávaro de 1920? A los socialistas. Miembro del Partido Obrero Alemán, que se reclama simpatizante de los bolcheviques, Hitler creará el Partido Nacional Socialista de la Trabajadores Alemanes. ¿Socialista? Claro que sí. En su libro Mein Kampf, él dice que escogió el color rojo de la revolución socialista y, en lugar de la hoz y el martillo, la esvástica, símbolo de la refundación del hombre. Goebbels escribirá en Die zweite Revolution (1926): “¡Los únicos socialistas verdaderos de Alemania, de toda Europa, somos nosotros!”. En 1933, es la toma del poder y la ocupación de las empresas bajo la vigilancia del partido nazi, los allanamientos a las casas de los empresarios, el plan cuatrienal de Göring basado en el modelo soviético, los SS invaden los consejos de administración de las empresas, las herencias son revisadas, las expropiaciones, etc.
¿Y en Francia? El fundador del partido nazi, el Partido Popular Francés, es el diputado comunista Jacques Doriot.
¡Eh oh, la izquierda! ¿Están seguros de poder llamar “fascista” a un Donald Trump, heredero de Jackson y de Jefferson, a un Norbert Hofer,
Qué curioso. Esa izquierda no tiene nariz para oler sus propias inmundicias. ¿Pues quien, hoy como ayer, insulta y difama a sus adversarios? ¿Quién rechaza las instituciones democráticas parlamentarias hasta el punto de oponerse a la ley por la fuerza? ¿Quién ataca a la policía republicana con la intención de herir, incluso de matar? ¿Quién destila el odio social y político? ¿Quién pide la horca para los liberales y para la libertad de empresa?nacionalista liberal, a un Nicolas Sarkozy y a muchos otros que son patriotas, liberales, no violentos, respetuosos de los derechos individuales y de las instituciones?
¿Quién propaga el antisemitismo en nombre de la pretendida defensa de los palestinos? ¿Quién golpea físicamente a los directivos de Air France, bloquea las autopistas, amenaza físicamente a los no huelguistas en las refinerías de petróleo? ¿Quién dispara contra los locales de los partidos? ¿Todo esto no les recuerda algo? ¿Vamos a tener que hacer, como en otras ocasiones, que la derecha republicana venga a salvar a los reformistas para liberarlos de la amenaza de la extrema izquierda facciosa?
Ahora bien, podría usted preguntarse ¿quiénes son los verdaderos fascistas en Venezuela?