Lea el artículo dominical de Nacho: “No descansaré”

Nacho|Foto: Instagram

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El cantante venezolano Miguel Ignacio Mendoza, mejor conocido como “Nacho”, en su artículo dominical respondió a las acusaciones hechas por el Gobierno de Nicolás Maduro, quienes aseguran que había entregado alimentos vencidos en Valencia.

El desespero de este régimen los ha llevado a cometer locuras e inventar acusaciones en contra de quienes representan una amenaza para ellos. Han encarcelado, abiertamente torturado y seguramente asesinado a muchas personas que se oponen a su desastre, tanto así que en vista de la impotencia que sentían por seguir quedando descubiertos como seres atroces y mal intencionados, quisieron inventar que alguien me demandaba por yo haberle dado alimentos vencidos”, reza parte del artículo.

A continuación el artículo íntegro de Nacho: “NO DESCANSARÉ”

A veces siento que estoy leyendo las palabras de una misma persona cuando me encuentro algún mensaje de odio en mis redes sociales, es todo como parte de un guión que el escritor protege de una manera tan apasionada que no le da permiso a sus actores para modificar ninguna linea o palabra. Ojalá mis detractores chavistas y maduristas se dieran cuenta de lo predecible que son.

Solo basta con que las páginas web oficialistas, que por cierto parecen estar constantemente bromeando de manera sarcástica sobre la “maravillosa” labor de la “revolución” en Venezuela, publiquen algo en mi contra y es casi inmediato que buscando en twitter o instagram me consiga con tres o cuatro afectados por las alucinaciones que causa el fanatismo político, comunicando exactamente lo mismo. Calificativos como: “basura imperialista”, “jalabolas de los yankees”; ustedes saben lo que sigue, no me voy a extender en contarles una historia con la que están más que familiarizados.

Hace unos días tuve la oportunidad de hacer dos presentaciones musicales junto a Chino en el Forum de Valencia en Venezuela. Fueron dos eventos mágicos, llenos de una energía inigualable y una calidad bárbara en la organización. Como mi esposa maneja conmigo los detalles del tour y su ruta, decidió hacer un evento en la ciudad de Miami, para recolectar la mayor cantidad de insumos posibles y enviarlos a Carabobo con la finalidad de que estuvieran allí el día que me tocara hacer mi parada en Valencia.

Decidí quedarme un día más en la ciudad para hacer entrega de esos productos enviados que coincidían con las necesidades que arropan a una gran parte de los venezolanos. Mi primera parada sería el Hospital Central de Valencia, donde por cierto ya había tenido la oportunidad de hacer la misma obra. Cuando mi equipo y yo llegamos al sitio, nos encontramos con la noticia de que por “ordenes de arriba” se me negaba la posibilidad de entrar al recinto, acompañado o solo, así que tuve un pequeño intercambio de palabras con quienes resguardaban la puerta principal del lugar.

Sin groserías, sin agresiones, con argumentos más que válidos, traté de tocar la sensibilidad de dos uniformados y un civil que parecían sacados de una de esas películas de Hollywood, en las que un villano malvado consigue la manera de controlar las mentes de sus adeptos, haciendo que actúen a su conveniencia. Me hablaban de que debía pedir permiso a sabiendas de que ya nuestra petición tenía días en el despacho de la dirección del hospital. La gente gritaba: ¡que pase! ¡Que pase! Y ni siquiera eso lo logró. Una doctora discutía con rabia con uno de los guardias y le decía: él también es venezolano ¿por qué no puede entrar? ¿Y si estuviera enfermo? A lo que el contrario respondió: “que se vaya para una clínica, por algo tiene rial”.

No voy a revelar el nombre del doctor que nos ayudó a escoger los insumos que se recolectaron para enviar a Venezuela, porque el mismo día que tuvimos el altercado en el hospital nos enteramos de que en mi visita pasada, siete o más personas fueron botadas de sus puestos de trabajo por haberme permitido el acceso a la institución. Decidí entregar tensiómetros, pañales, medicinas básicas como acetaminofen, entre otras necesidades, a una doctora de turno, confiando en su bondad y teniendo la fe de que haría llegar la entrega a los pacientes menos afortunados. El resto de las cosas las llevé a un barrio llamado “Mañonguito” que queda justo enfrente del Forum.

La gente me recibió con amor y agradecimiento. Vale acotar que cada pote de fórmula y cada frasco de compota entregado, fue revisado. Nos aseguramos antes, de que las fechas de vencimiento de los insumos les diera el tiempo suficiente a las personas, de consumirlos en un periodo que podía tardar más de un año.

El desespero de este régimen los ha llevado a cometer locuras e inventar acusaciones en contra de quienes representan una amenaza para ellos. Han encarcelado, abiertamente torturado y seguramente asesinado a muchas personas que se oponen a su desastre, tanto así que en vista de la impotencia que sentían por seguir quedando descubiertos como seres atroces y mal intencionados, quisieron inventar que alguien me demandaba por yo haberle dado alimentos vencidos.

Como desconocían qué era lo que había donado, empezaron a suponer que había regalado alimentos enlatados como: atún, jamones, mantequillas, etc; lo que normalmente no se consigue en los mercados del pueblo. Y dijeron: ¡por aquí es que lo agarramos! Sacaron en sus titulares: “Nacho irresponsablemente pone en riesgo la salud de los valencianos al entregar alimentos no supervisados para seguir con su show político”. Cada una de las palabras que leí en los absurdos artículos de la parodia periodística oficialista, las volví a leer unas cuantas veces en las publicaciones de quienes creen en Chávez como un Dios y en Maduro como el único hijo que vino a juzgar a los vivos y a los muertos. Qué capacidad tan impresionante de dejarse sugestionar. A veces me siento convencido de que quienes apoyan a ese bando político son incapaces de desarrollar una opinión propia. Son repetidores por excelencia.

Me intriga que para nadie es secreto que la hija de Chávez es multimillonaria, que Diosdado también al igual que Aristóbulo, que los artistas que están con la revolución lo menos que hacen es cobrar por arte y se acuestan en dinero, y que los chavistas acorazonados no se den cuenta de eso o no lo acepten por un estado de negación. El caso con la droga de los sobrinos de Cilia es mundialmente conocido, la irresponsable de la Rodríguez diciendo que en Venezuela hay comida para regalar, un imberbe exprimiendo una caña de azúcar para endulzar un café en una taza que tenía pintada los ojos de Chávez, diciendo “no volverán”.

Todo lo que han hecho está mal y aún así parece que los 5 gatos que están sentados en la tierrita del poder pueden más que un pueblo entero. Espero con cariño que algún día les llegue el juicio. Mientras tanto yo seguiré junto a otros compañeros haciendo lo que se pueda para evitar casos de desnutrición, muerte por falta de medicinas y recursos para operaciones, falta de hogares dignos y cientos de casos que necesitan atención. Nos mueve la voluntad de querer hacer el bien y les duela o no, la gente nos conoce y somos populares, a donde vamos hay cámaras para grabar lo que hacemos y si esa es una forma efectiva de seguir contagiando a la gente de hacer algo positivo por su prójimo entonces quédense sentados en casa porque lo que viene es “show” para rato.

Ya el gobierno no haya por dónde atacar, me han acusado por los precios de las entradas de los conciertos como que si yo estoy obligando a la gente a pagar para ir a verme, así como ellos obligaron al pueblo a ver la película de Miranda. Los únicos culpables de que la mayoría de los venezolanos no puedan ver un espectáculo de gran producción de Chino y Nacho, es el gobierno. Nosotros no organizamos nuestros conciertos, para eso hay compañías que nos contratan. Nosotros no nos quedamos con el valor de las entradas; nos quedamos con el precio que le cobramos al empresario y aún así aunque les suene como que lo estoy echando en cara, he utilizado más del 50% de esos ingresos para repartirlos en Venezuela entre la gente necesitada y yo también tengo 4 hijos, una mujer, una mamá, varias hermanas y hermanos, muchas tías, muchos primos y primas que cuando no encuentran con quien contar, cuentan conmigo.

Los mal preparados diseñadores gráficos del equipo rojo me han puesto tabacos de marihuana en la boca, han fusionado mi cara con cuerpos de personajes cómicos, me han disfrazado de diablo. La última que vi, fue mi rostro en el cuerpo de un peleador de lucha con la ropa interior llena de dolares saliendo del país. Hasta las parodias que intentan hacer vienen sin sentido porque los únicos que logran sacar dolares a diestra y siniestra de nuestras frontera son los chavistas y los invito a que demuestren lo contrario porque ni un dolar, ¡ni uno! le he pedido, ni le pediré a ese gobierno podrido.

¡Y va a caer, ese gobierno va a caer!

Esta vez me he desahogado un poco más que las anteriores. Les escribo el próximo domingo.

Por: Miguel “Nacho” Mendoza

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