Capriles: No hay razones para calarnos esta esclavitud

Gobernador Henrique Capriles Radonski| Foto: Archivo

Gobernador Henrique Capriles Radonski| Foto: Archivo

El gobernador de Miranda Henrique Capriles Radonski, repudió que el por culpa de un gobierno que no supo aprovechar las bondades del país, el pueblo venezolano esté pasando hambre y se encuentre sometido a interminables colas o incluso a escarbar en la basura para conseguir algo de comida.

“Es indignante que por los vicios de un gobierno irresponsable, que derrochó la mayor bonanza petrolera de nuestra historia, nuestro pueblo sea esclavo del desconcierto de si tendrá algo que comer para saciar su hambre.” escribió en su columna de domingo.

El líder opositor argumentó que el Gobierno de Nicolás Maduro tuvo la oportunidad de rectificar luego de ver los resultados de las elecciones parlamentarias del pasado 6 de diciembre, “pero como no lo hizo debemos romper las cadenas de esta esclavitud a la que pretende someternos, y el instrumento para partir ese yugo en mil pedazos está en la Constitución y se llama Referendo Revocatorio”.

Tenemos que estar preparados para la etapa del 20% para poner la huella. Los del gobierno están ahí hasta que la gente lo quiera, es por eso que tenemos que activarnos e impulsar el referendo, porque es el pueblo el que tiene la última palabra.”

Capriles advirtió que de no haber un cambio inmediato, la situación podría escalar a un estallido social: “Tenemos que ver más allá. Si no buscamos un cambio ya, esta situación nos puede llevar a un estallido social, y un estallido social lo que deja es desgracia.” Aunque aseguró que la oposición trabaja para que ese cambio se de, alertó que “la paciencia del pueblo se agota y no se le puede pedir más sacrificios a la gente”, sostuvo.

A continuación su columna titulada “Revoquemos el hambre”.

Nuestro Libertador decía que un pueblo es esclavo cuando el gobierno por su esencia, huella o vicios, usurpa los derechos de los ciudadanos. Estas sabias palabras están más vigentes que nunca en nuestra época, ya que por la huella de la corrupción, improvisación y defensa de un modelo desgastado, el gobierno tiene al pueblo esclavizado con el hambre.
Es inaceptable que la miseria esté de vuelta en uno de los países con las reservas petroleras más importantes del mundo. Es inaceptable que César, un vecino de una zona popular de Valles del Tuy, hurgue en la basura para saciar su hambre y el de su familia.
No se puede creer que miles de venezolanos merodeen en las ferias de comida rápida con la esperanza de comer las sobras que otros dejan en sus bandejas de servicio. Es indignante que por los vicios de un gobierno irresponsable, que derrochó la mayor bonanza petrolera de nuestra historia, nuestro pueblo sea esclavo del desconcierto de si tendrá algo que comer para saciar su hambre.
Si esos recursos se hubieran utilizado para diversificar nuestra economía, el escenario sería otro, si se hubiesen hecho las cosas bien a ningún venezolano hoy le faltara la comida. Si se hubiera sembrado el petróleo como decía Arturo Uslar Pietri, con tanta tierra buena, no faltaría ningún alimento en el país.
Que haya miles y miles de venezolanos esclavos de las colas, bajo sol y lluvia para comprar alimentos, es violatorio de los derechos humanos y es sin duda usurpar las garantías constitucionales del pueblo.
Pero el hambre que siente nuestro pueblo no es sólo la sensación puramente física que pega en el estómago. Es hambre de cambio, de romper el yugo que nos mantiene atados a la ruina y el atraso. No hay razones para calarnos esta esclavitud, porque esta patria con nombre de mujer y alma de guerreros, tiene tierras suficientes para cultivar los alimentos que necesitamos. Si estuvieran activas las 40 millones de hectáreas productivas que tenemos, nuestro pueblo no estuviera pasando hambre. Pero además, estamos llenos de bellezas naturales para exportar; y lo más importante, un capital humano principalmente joven y que se pierde de vista.
Tenemos todo para progresar, pero nuestro futuro se mantiene truncado por un gobierno que no quiere cambiar. Por una cúpula enquistada en el poder que quiere que nuestro pueblo siga sumido en la macabra saga de los juegos del hambre. La solución es simple: tenemos que cambiar al gobierno.
Maduro tuvo la oportunidad de rectificar el rumbo luego de la aplastante derrota que el pueblo le propinó el 6 de diciembre, pero como no lo hizo, debemos romper las cadenas de esta esclavitud a la que pretende someternos, y el instrumento para partir ese yugo en mil pedazos está en la Constitución y se llama Referendo Revocatorio.
Tal como lo anunciamos hace pocos días, arrancamos esta semana una gira nacional para organizar al pueblo para el último paso que le falta al Revocatorio, que consiste en sumar 20% de manifestaciones de voluntad del Registro Electoral.
Comenzamos este sábado en la tierra del sol amada. El Zulia nos recibió con los brazos abiertos y nos avivó aún más la esperanza de que un pueblo unido es invencible. Prendió aún más esa llama de cambio que arde en el corazón de todos los venezolanos y nos dio más fuerzas para decir: vamos por el 20%.
Tenemos que estar preparados para la etapa del 20% para poner la huella. Los del gobierno están ahí hasta que la gente lo quiera, es por eso que tenemos que activarnos e impulsar el referendo, porque es el pueblo el que tiene la última palabra. El futuro del país le corresponde a los venezolanos y no a un grupito. No podemos permitir que ese grupito nos siga hundiendo el país. Si no impulsamos ese cambio no vamos a tener la comida ni los medicamentos que necesitamos. Ellos no quieren cambiar y nos toca a los venezolanos cambiar de modelo.

Tenemos que ver más allá. Si no buscamos un cambio ya, esta situación nos puede llevar a un estallido social, y un estallido social lo que deja es desgracia.


La situación que vivimos es insostenible. En 1999 Venezuela recibía 70% del valor de sus importaciones con las exportaciones, hoy ese número está en 0,5%, es decir, el gobierno destruyó la capacidad de poder financiar con nuestra producción: perdimos la soberanía alimentaria. En términos de seguridad alimentaria, en 2012 se consumían 98 kilos por persona al año, las estimaciones para este 2016 es que sean solo 26 kilogramos, lo que representa 25% de lo que se consumía hace tres años.
Pero hay más, ya que la escasez ronda 70% y no hay alimentos suficientes para abastecer el país, por lo menos 90% de la población tiene severos problemas para alimentarse adecuadamente.
Lo hemos dicho hasta el cansancio, los controles solo han servido para la corrupción. El gobierno ha ensayado distintas medidas para intentar resolver la escasez, todas sin éxito. Primero fueron los cupos, después compras por el terminal de la cédula, luego la huella y más recientemente crearon los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (Clap), que son organizaciones informales que reparten una bolsa sin metodología ni registro, sirviendo perfectamente para más corrupción y discriminación política.
El gobierno dice que la escasez es por la reventa de productos, pero la realidad es que la culpa es de este modelo que destruyó la producción nacional; y cuando se destruye el aparato productivo, la gente tiene que vivir de algo.El bachaqueo y la escasez se acaban con producción nacional.
No nos podemos quedar viéndonos los zapatos, llegó la hora del cambio. Tenemos que ver más allá. Si no buscamos un cambio ya, esta situación nos puede llevar a un estallido social, y un estallido social lo que deja es desgracia. Nosotros estamos haciendo todo para contener ese escenario, pero la paciencia del pueblo se agota y no se le puede pedir más sacrificios a la gente.
Hoy, cuando estamos a unos días de conmemorar los 200 años del fallecimiento de nuestro insigne prócer Francisco de Miranda, recordamos sus palabras y las hacemos propias, porque al igual que él nuestras luchas “son y serán siempre promover la felicidad y la prosperidad de mi propio país excesivamente oprimido”.
Así que vamos unidos hacia ese paso que le hace falta al Referendo Revocatorio. Vamos a sumar voluntades, que el cambio está a la vuelta de la esquina. ¡Que Dios bendiga a nuestra Venezuela!
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