¡EL DESCARO! Diputado oficialista asegura que el desorden de las barras debían ser toleradas en la AN
Este jueves en el programa, Vladimir a la 1, dirigido por el periodista Vladimir Villegas se contó como primer invitado al diputado de la bancada oficialista, Juan Marín, quien dijo que la cancelación de la sesión de la la Asamblea Nacional fue motivada porque el presidente del Parlamento, “Henry Ramos Allup, está siendo víctima de su propio discurso”. Asegura Marín que Allup había dicho que el parlamento pasado le negó las puertas al pueblo. Y sin embargo, la situación de hoy “con una representación pequeña de algunos trabajadores” lo descolocó.
“No se explica tanta hipersensibilidad en un hombre con tanta sapiencia en lides parlamentarias.No soportaron al pueblo, a los trabajadores y a los indígenas”.
Marín dijo: “ese ofrecimiento no es más que una estafa política”. Refiriéndose sobre la iniciativa del nuevo Parlamento de abrir las puertas al ciudadano venezolano para que comparta su opinión sobre la situación que se esté debatiendo determinado día.
Para el oficialista, la oposición de la Asamblea no tolera al pueblo, “y tampoco soportan la presencia de los indígenas”. En palabras del diputado las barras solo expresaban su rechazo a algunas intervenciones, pero en el hemiciclo no hubo desorden por parte de la barra. Simplemente fue un acto de “intolerancia extrema”.
Parece que los oficialistas creen que el pueblo es una horda de salvajes, que no pueden respetar ni siquiera las normas del buen hablante y del buen oyente. Es inaceptable ese tipo de comportamientos cuando se interrumpe el derecho de palabra de algún diputado o invitado, en tal caso, así lo manifestó el mismo Presidente de la AN.
Habría que recordar cuando Diosdado Cabello se manifestó para hablar en la primera discusión de la Ley de Amnistía, la barra de la oposición, muy a pesar de estar en desacuerdo con las agresivas palabras del diputado, respetaron la orden de Ramos Allup de que se calmaran y dejaran proseguir el discurso de Diosdado Cabello. ¿La doble moral?
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