El discurso completo de Henry Ramos Allup
Henry Ramos Allup asumió este martes como presidente de la Asamblea Nacional (AN). A continuación, se transcribe el discurso pronunciado por el diputado reelecto, luego de ser juramentado como nuevo presidente de la Asamblea Nacional que legislará para el período legislativo 2016-2021, reseña Sumarium.
“Deploro que los colegas de la bancada del Partido Socialista Unidos de Venezuela o Polo Patriótico, como ellos se denominan, hayan abandonado el Hemiciclo en un momento tan importante y solemne como este. Me atrevo a presumir que seguramente es porque no quieren escuchar las cosas que aquí vamos a decir, y tendrán que acostumbrarse y tendrán que atemperarse porque en estos próximos 5 años, desde esta Asamblea Nacional, habrá libertad de opinar y todos vamos a respetar las opiniones discrepantes o divergentes o que no concuerden con la nuestra. Pensé bastante antes de la intervención en esta cámara hoy porque es una sesión muy importante. Quisiera comunicarles a ustedes que estoy seguro de que no me equivoco cuando digo que nadie en este recinto tiene más sensibilidad ante el hecho y la actividad parlamentaria, como la tengo yo. Aquí transcurrieron 26 años de mi vida, mi principal dedicación, y lo hice con fervor, con entusiasmo, con hidalguía, con dedicación plena, consciente de la importancia que los electores habían depositado en mis manos, de que es la función más importante que la de cualquier organismo del poder Ejecutivo. Imagínense ustedes lo que significa plasmar en una ley un texto para que rija sobre 30 millones de ciudadanos. Yo creo que no existe un ministerio más importante que ese. Pero en este momento no hablo como presidente de la cámara, que lo voy a ser circunstancialmente por el lapso de un año; le hablo a mis colegas de cámara como par, como uno más, y pensé bastante si traer un discurso escrito, pero preferí la espontaneidad de la improvisación con todo el riesgo que la improvisación supone. A veces uno peca por exceso o por defecto, cuando no encuadra el discurso en un texto escrito. Pues asumo el riesgo de la improvisación. Lo que les voy a decir me sale de muy adentro, me sale de la experiencia de haber sido un parlamentario a dedicación exclusiva, y una persona, y aspiro a que todos digamos igual, que cuando salgamos de esta cámara salgamos con nuestro sano orgullo intacto, de frente al sol con la mirada altiva. Así como entramos hoy, así de dignos, así de entusiastas, así de alegres, así de fervorosos, que el último día de nuestro mandato podamos salir a la calle con esa misma dignidad.
Nosotros ofrecimos en la campaña, unidad y cambio. La unidad puede ser por unanimidad o por consenso y a nosotros nos costó mucho, porque en la Mesa de la Unidad Democrática somos muchas organizaciones de distintas tendencias, de distintos credos y distintos propósitos; inclusive, a veces no nos poníamos de acuerdo sobre los instrumentos para lograr unos mismos objetivos, pero invertir muchos días y muchas horas en intercambiar puntos de vista y en conciliar posiciones, finalmente encontramos, a veces por consenso, a veces por unanimidad, la unidad que nos estaba exigiendo Venezuela. La mayoría que logramos, el respaldo que logramos, porque la gente creyó en nuestro mensaje unitario fue plasmado y concretado con nuestras propias conductas.
Cambio. Escuche algunas intervenciones, no diría que conmovido, porque uno después de cierta experiencia pierde el don del asombro, de colegas diputados del gobierno que decían que cómo es eso de cambio cuando quienes íbamos a ocupar los cargos directivos teníamos determinada edad, que teníamos, por decirlo de alguna manera, mucho calendario. ¡Qué análisis tan superficial confundir cambio con rostro o cambio con edad! Rómulo Betancourt decía que había que desconfiar de los que no tenía en el curriculum otra cosa que calendario, y eso, que podía interpretarse como una advertencia a los jóvenes con poco calendario, en realidad era también un mensaje para los que se ufanaban de tener mucho calendario. Les digo a todos mis pares de cámara, y lamento que los diputados del gobierno no estén aquí, que el cambio no es cuestión de calendario, de mucho calendario o poco calendario, no es una cosa etaria ni cronológica: es un cambio de actitud, un cambio de sistema, de cambiar lo que está mal, muy mal, y derivará en peor. ¿Qué se cambia? No es el pasado, que ya pasó y es inmodificable. Del pasado, la experiencia: lo positivo se aprovecha, lo negativo se desecha. El futuro tampoco se cambia, es incierto, es probabilístico; uno puede prever, preparar cosas, el futuro, si se desea mejor o superior a lo actual, pero nadie lo puede predecir. Lo que se cambia es el presente y cuando nosotros en la campaña electoral propusimos cambio y la gente acepto esa propuesta s porque estábamos diciendo que queríamos cambiar esto que está aquí en este momento, esta realidad que ya lleva 17 años y que le ha causado un profundo daño a Venezuela. Hemos dicho, además, para que se nos entienda bien, porque con esa tendencia casi irreversible de que siempre distorsionen lo que uno dice, y le imputen a uno delitos imaginarios, y nos consideren incursos en conspiraciones inexistentes, estos que se empeñan siempre en buscar como excusa para sus propios hierros y desaciertos, siempre, un enemigo anterior, un enemigo interior y un enemigo exterior, a esos les decimos que el cambio que estamos proponiendo es constitucional, democrático, pacífico y electoral y de ahí nadie nos va a sacar. Nuestro mandato es a término, es cierto, y el mandato del poder Ejecutivo también lo es, pero el nuestro y el del ejecutivo pueden cesar antes del vencimiento cronológico del lapso por alguna de las causas que están en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
¿Qué ofrecimos en la campaña, además de unidad y cambio? Recuperar la autonomía de este poder Legislativo para que sea el poder autónomo que no ha sido en 17 años. Este ha sido al altoparlante de Miraflores, la caja de resonancia del poder Miraflores, el sitio acrítico donde se hacen discursos pero se hace siempre lo que quiere el poder Ejecutivo. En segundo lugar, y hablo de lugares no de manera de que se tenga que agotar una cosa primero que la otra, todo al mismo tiempo, pari passu como dicen los economistas; ofrecimos también una ley que para nosotros fue emblema e insignia, no simplemente por razones electorales, sino por convicción de fe, por creer en el valor de la libertad, en esa esencialidad de la que nadie puede estar privado por sus ideas, porque no puede ser que por juicios que avergüenzan en cualquier parte del mundo, tengamos hoy ciudadanos presos simplemente por razones de sus ideas políticas. Ofrecimos esa ley emblemática, la ley de amnistía para presos y exiliados políticos.
También ofrecimos que en un lapso de seis meses contados a partir de la instalación de la Asamblea Nacional, propondríamos un método, un sistema, para cambiar el gobierno por vía constitucional. Eso lo haremos. Por supuesto que también hay leyes de suma importancia que vamos a discutir y a aprobar al mismo tiempo en que examinaremos y aprobaremos la ley de amnistía, un conjunto de leyes a las que se refirió el diputado Julio Borges. Tenemos capacidad para despacharlas todas a la brevedad posible, leyes muy bien pensadas y pensando en Venezuela, y no en el oportunismo político. Vamos a sesionar varias veces a la semana. Esta no puede ser una cámara para la vagancia, los diputados tienen que ir a las sesiones. Los proyectos legislativos tienen que venir con la debida anticipación para que los conozcan todos los diputados, aquí se acabaron los sobresaltos, las emboscadas legislativas, los diputados no pueden trabajar a ciegas sino que tienen que trabajar con conocimiento de causa y nos proponemos aplicar estrictamente el reglamento. Por cierto, un reglamento que no modificamos nosotros y que consagra casi una monarquía en la cabeza del presidente de la cámara, y no lo vamos a modificar. Y les digo a mis compañeros de cámara, insisto en el término, soy par, uno más de los 167 diputados, y a los de mi bancada les digo que soy uno de los 112 y a esa bancada y a esta cámara me debo.
Recuperar autonomía del poder Legislativo.
Vamos a legislar, no a delegar. No concederemos más leyes habilitantes inútiles, inservibles, para que alimenten esa especie de raspado de olla de última hora, creyendo que por esa vía resolverán los problemas del país. Tampoco seremos un contrapoder, no somos una trinchera para disparar a mansalva contra los otros poderes, sino un poder auténtico, pero tampoco un poder subordinado, una trastienda del poder Ejecutivo que fue esta Asamblea Nacional hasta ayer en la noche.
Vamos a controlar, otra de las grandes funciones parlamentaria. Vamos a controlar aquí y afuera. Se investigaran a parlamentarios que ejercieron cargos públicos y administraron dineros públicos. No se olviden que los dos únicos órganos del poder público electos directamente por sufragio popular son el Ejecutivo, órgano unipersonal electo por mayoría relativa, y el Legislativo, un cuerpo colegiado donde se concentra el 100 por ciento del sufragio popular aunque dividido en las distintas tendencias que representan los diputados. Esa situación de nuestra propia legitimidad, sumada a la condición de que somos nosotros quienes designamos todos los demás poderes del Estado, esos poderes los vamos a controlar, esos poderes no pueden actuar por la libre y mucho menos cuando alguno de esos poderes, indebidamente constituido, pretende, para servicio del Ejecutivo, convertirse en una especie de contrapeso de esta Asamblea Nacional que tiene su origen en el sufragio popular. Cuando digo controlar, digo controlar al Tribunal Supremo de Justicia, eso no puede andar por la libre, ni mucho menos constituido de manera írrita en una decisión que dejó estupefacto al país y al mundo, en un acto perpetrado en los últimos días de la anterior Asamblea Nacional. Vamos a investigar y a controlar. Si algún poder está percudido en Venezuela, es el poder Judicial, nadie confía en una justicia que esta percudida del copito hasta las raíces, por no decir que la justicia no existe. Ninguna burocracia de ningún carácter puede hacer nugatorias las facultades de la Asamblea Nacional. Y vamos a exigir cuentas a la Fiscalía y a la Contraloría, que no controla nada, y al CNE, autor del sistema electoral más perfecto, transparente y blindado del mundo. Cuando pienso en esta administración de justicia, en esta sala Constitucional (del TSJ) desde la que creen que van a convertir esta Asamblea Nacional en cero, recuerdo una célebre frase del Talmut judío: “Ay de los pueblos cuyos jueces merezcan ser procesados”. En manos del poder Judicial está el control de la constitucionalidad, la moderación de los extremos en que puedan incurrir los demás poderes, pero cuando ese poder falla, prácticamente fallan todos, cuando falla el sistema de administración de justicia, todos los demás poderes tienden a desplomarse. No existe un verdadero estado de Derecho. Me decía mi entrañable maestro de los días del aula universitaria, Hernando Grisanti Aveledo, dolido, al ver como marchaba la administración de justicia, “Ramos, la mejor doctrina del supremo Tribunal es la que consta en los votos salvados”. Otra vez me dijo: “en el máximo Tribunal ya no hay jurisprudencia, sino jurisimprudencia. Eso hay que revisarlo, que no se ufanen, no terminen por creer la sala Constitucional que es una especie de poder Legislativo alterno. No lo es ni lo va a ser. Quien norma, disciplina, y que no piense, ni por asomo, que esa sala Electoral, constituida, como todos sabemos, de manera express, es una especie de sustituto del CNE. Eso lo digo porque hay cuatro diputados electos por el pueblo cuya elección no la puede hacer ilusoria una decisión burocrática del poder Judicial. Una vez escuché, uno que cree haber perdido la capacidad de asombro, un señalamiento que hizo una presidenta del TSJ, hace pocos años, supongo que fue una expresión obsequiosa para rendir pleitesía o premio de sumisión a aquel mesianismo, a aquella idolatría que existió en Venezuela hasta hace tres años, decía ella en una expresión que hizo que a uno le corriera frío por el espinazo, que la separación de poderes se tenía que acabar, que eso era inconcebible. Frase tan infortunada como sus propias sentencias. Aquella atrocidad, una de las mayores conquistas de la civilización occidental, que hasta costó guerras, la despachó con esa frase. En un instante hizo trizas la Constitución, algo que en la práctica ya había extinguido con la entrega del poder que ella presidía al Ejecutivo. Pero la separación de poderes existe, aunque en teoría el poder del Estado es uno solo, existe diversificación de funciones en cada una de las ramas del poder público.
Quiero decir entonces a todos mis pares, a los de la oposición y a los del gobierno, que aquí desde hoy la cosa cambió, y escuchando algunas de las intervenciones enfebrecidas del señor jefe de la fracción parlamentaria del gobierno, con ciertos aires de petulancia, que se comprende, le respondo casi que con un piropo, con aquella célebre copla llanera: “no te remontes tan alto/ prenda de tanto valor/que al árbol que mucho sube/le tumba el viento la flor.
Otra cosa que quiero decir a mis pares porque aquí nos tenemos que ver la cara en los próximos cinco años, salvo que se presenten circunstancias extraordinarias que no están en nuestros cálculos, algo que he dicho en mi partido y que he dicho en la Mesa de la Unidad, porque ha sido para mí una gran lección de vida, es que donde no hay afecto, no hay equipo. Cuando en la MUD comenzamos a limar asperezas y a tratarnos como seres humanos, incluso a veces a contarnos nuestras cuitas personales, en muchas ocasiones y las más de las veces alegrías, cuando comenzamos a tenernos afecto, las cosas funcionaron mejor. No perdamos esa gran conquista y ojalá en esta cámara, unos y otros, sin dejación de sus principios, de sus ideologías, posiciones y aspiraciones, lleguemos a tenernos todos afecto, y estoy seguro de que las cosas funcionarían mejor. En los próximos días vendrá el presidente de la república a rendir su mensaje anual, a presentar la memoria y cuenta de su gestión, y lo recibiremos con dignidad y respeto porque es nuestra condición cívica, no por rendirle culto a nadie sino porque esa es nuestra condición cívica. Nosotros no chiflamos, no pitamos, tenemos un riguroso respeto por la urbanidad, la personal y cívica. Escucharemos su mensaje, no tenemos facultad para aprobar ni improbar su mensaje, pero sí para debatir sobre ese mensaje y emitir un pronunciamiento político y eso es lo que vamos a hacer. La memoria y cuenta tendrá que ir a las diferentes comisiones y los integrantes de esas comisiones deben interpelar a los ministros para derivar una conclusión sobre la gestión realizada con el dinero de los venezolanos.
Se ha dicho también, y lo reflejan las encuestas de opinión, que la gente quiere paz, todo el derecho tienen a la paz. Nosotros mismos quisiéramos estar en paz con todo el mundo y no en una situación de guerra virtual en todos los ámbitos, en todos los frentes. Ojalá la tengamos, pero no la paz de los sepulcros, esa no; no la paz de nuestros muchachos en el exterior buscando la vida que un sistema injusto y un gobierno peor, les escamotea, expulsándolos al exterior. Las dos únicas cosas que estamos exportando los venezolanos en este momento, además de la pésima reputación, son petróleo, cada vez menos, porque ya sabemos lo que pasa en la industria petrolera arruinada, decadente, destartalada; y cada vez más venezolanos, fundamentalmente jóvenes, que van, repito, a buscar afuera la vida que su país no es capaz de otorgarles. Vendrá a rendir su mensaje y lo escucharemos con respeto, pero como los venezolanos quieren paz y tenemos que trabajar por ello, y también quieren diálogo, las sociedades o dialogan o se matan; diálogo no supone entrega ni claudicación ni cobardía, diálogo supone intercambio de opiniones para, incluso haciendo las transacciones en el buen sentido de la palabra, para mejorar, es un recurso que no lo puede negar ni la clase política civilizada ni el gobierno. Pero necesitamos mucha comprensión para esto, mucho diálogo para buscar resultados. Diálogos públicos de los que se conozca su contenido y sus resultados. Ahora, como poder constituido, como poder autónomo, como poder que va a cumplir con sus deberes constitucionales, como poder que va a controlar al gobierno sin delegaciones, sin dejaciones, sin entrega, estamos dispuestos a dialogar en términos públicos y honorables que debamos discutir, eso sí, sin que cedamos en los propósitos que antes mencioné: recuperar nuestra autonomía como poder, la ley de amnistía y reconciliación nacional y la búsqueda, por parte de nosotros, dentro del lapso de seis meses a partir de hoy, de una salida constitucional, democrática, pacífica y electoral para la cesación de este gobierno. Estos compromisos no son transables. Acabamos de jurar y termino como empecé: Que cuando cese nuestro mandato salgamos de aquí como hoy entramos: intacto nuestro sano orgullo, de frente al sol, con la mirada altiva. Que Dios nos bendiga a todos, que Dios bendiga a Venezuela. Muchas gracias”.