Rosales no tiene agua ni para lavarse las manos ni papel de baño
La primera vez que Eveling Trejo vio a su esposo Manuel Rosales tras las rejas, se derrumbó. “Me puse a llorar y lo abracé”. Estaba en su celda, en El Helicoide, en un cuarto oscuro de 2×2 metros, con un solo bombillo fluorescente encendido y dos quemados, sin ventanas, sin luz solar, sin agua con un colchón pequeño tirado en el piso, donde el exgobernador de Zulia duerme desde el pasado jueves, cuando se entregó a la justicia venezolana.
“Eveling, esto es muy duro, pero nosotros tenemos que tener fortaleza. Lo menos que quiero es que la gente piense que esto no tiene sentido, porque todo tiene una razón”, fue lo primero que le dijo el dirigente a su esposa, quien relató en una visita al Diario La Verdad el viacrucis que vivió la noche de la detención del fundador de Un Nuevo Tiempo informó el diario La Verdad.
“Manuel es duro a la hora de manejar los momentos difíciles”, subrayó la alcaldesa de Maracaibo. “Me dijo: ‘no te quiero ver llorando porque si tú te desplomas, se desploman los muchachos’. Cuando lo vi, me quedé cinco minutos abrazada a él. Las lágrimas se me secaron con sus palabras. La verdad es que es muy fuerte. Yo me estaba ahogando (en la celda), tenía claustrofobia. Pero él tiene una capacidad, una fuerza, una energía que calma. Me trasmitió esa fuerza que tengo hoy”.
La entrega
Cuando Rosales aterrizó en Venezuela el pasado jueves, se comunicó con su esposa. “Me van a llevar, no sé qué va a pasar, vete para la 72 y dile a todos que lo menos que quiero es que nos salgamos del camino, que esto tiene un sentido. Calma a la gente y diles que se vayan a la Basílica”, dijo antes de colgar.
Después de su discurso en la concentración de la calle 72, la alcaldesa le pidió a la comitiva que se iba a Caracas que le buscaran un pasaje. “Las personas que trabajan en el aeropuerto se portaron muy bien. Una muchacha de la aerolínea me dijo que a lo mejor la podían botar, pero que el avión y el capitán me estaban esperando. Me dijo: ‘Ese avión tiene más de cinco minutos parados esperándola a usted, porque aquí todo el mundo quiere ayudar'”.
En Caracas, la mandataria municipal no tenía idea para dónde ir. Se enteró el lugar de reclusión de su esposo porque un grupo de dirigentes de UNT vio movimiento en el aeropuerto de La Carlota y siguió la caravana hasta El Helicoide. Habían 10 patrullas y decenas de motos. Desde las 7.00 de la noche hasta la 1.30 de la mañana Trejo pidió que la dejaran ver a Rosales. “Cuando me dijeron para entrar, intenté hacerlo con Carlos (uno de sus 10 hijos), pero me devolvieron y me dijeron que solo podía pasar yo. Entré a la celda, la misma de Daniel Ceballos. Había un cucarachero. Esa noche estuvimos más de una hora hablando”.
¿Qué hace aquí Manuel?
La razón por la que Rosales volvió es porque quiere un cambio. “Esto tiene una fecha y la fecha es el 6 de diciembre. Él quiere que su contribución, así como la de otros líderes, sirva para cambiar el rumbo de este país”, dijo la alcaldesa.
Pese a eso, Alejandra y el “Bebo”, sus dos hijos menores, están en el piso, sobre todo, la primera, la niña de nueve años. “Ella es la que me hizo llorar. Me removió”, confesó Trejo, quien comentó que el viernes la acompañó al Helicoide su hijo Carlos y el sábado sus hijas Marebeth y Marenel.
Le llevaron una maleta con su ropa, la comida, un champú y un jabón. Pidió unas hojas, un libro de poesía de Pablo Neruda y el libro Aires de Libertad de Ismael Milan Cara. “No puede comer la comida de ahí porque Manuel tiene los triglicéridos altos y sufre del colon. Me permitieron llevarle sus medicamentos y sus vitaminas”.
De ahora en adelante, el dirigente podrá recibir los martes y miércoles a sus abogados, y jueves, sábado y domingo a sus familiares. Por reglas del recinto, lo sacan solo una vez a la semana a tomar sol y no tiene agua ni para lavarse las manos.
“Yo no quería llevar a Alejandrita, pero él me convenció. Les confieso que a mí me da miedo, ahí hay asesinos, cosas fea. Pero él me mostró una pared donde las hijas de Ceballos le escribieron ‘papi te amo’. Cuando le dije que la niña se había puesto a llorar, que estaba inconsolable, me dijo tráemela porque yo le voy a saber decir las cosas”.
Ayuda
En Caracas, Eveling Trejo se reunió con Lilian Tintori, Mitzy Capriles y Patricia Gutiérrez, las esposas de los presos políticos Leopoldo López, Antonio Ledezma y Daniel Ceballos, respectivamente. “Les pedí ayuda, consejos para no cometer los errores que ellas hicieron en el pasado por desconocimiento. Las tres me han ayudado. Cada una me dio un consejo. Más que hablar, fui a escuchar, a ponerme en sus zapatos, porque ahora voy a calzar el mismo zapato que ellas. ¿Cómo debo hacer con la comida? ¿Cómo manejarme con las visitas?, fueron algunas de las preguntas que me respondieron”.
Manuel Rosales le confesó a su esposa y a su hijo Carlos lo que sintió cuando regresó a Venezuela: “Mi corazón temblaba, yo estaba temblando. Fue como una descarga. Y aunque estoy en una celda, estoy tranquilo. En mi exilio yo no dormía, estaba muerto en vida, porque estaba haciendo algo que no es lo mío. Yo soy político y estoy tranquilo estando aquí”.
– Manuel, cómo me vas a decir que estás tranquilo aquí ¿Estás loco?, le respondió Trejo.
– Eveling, no tienes idea de lo que se siente estar de regreso. No es que me sienta bien en esta celda, pero me siento en paz. Ahora puedo respirar.
El dato
11 delitos quieren imputarle al exgobernador de Zulia, quien, en primer momento, había sido acusado de enriquecimiento ilícito.
Sabíamos que a Manuel lo iban a privar de libertad, que no iba a haber ningún tipo de consideración. Él llegó a este país sabiendo a lo que se iba a enfrentar, sin ningún tipo de conversación ni acuerdos