Tierras de Franklin Brito siguen desoladas tras cinco años de su muerte
El fundo Iguaraya, ubicado en la parroquia Guarataro del estado Bolívar, todavía está improductivo después de haberse cumplido cinco años, el pasado 30 de agosto, de la muerte de quien fue su propietario: Franklin Brito. El terreno está desolado y aún se mantiene la disputa con vecinos que lo invaden, solo que ahora el dueño es otro, su nombre es Carlos Torrealba y le compró la propiedad a Rafael Dianico. La familia Brito ha optado por hacer diversos oficios para vivir, por ejemplo, Elene Rodríguez, viuda del agricultor, ha impartido clases particulares y ha ofrecido transporte.
Ángela Brito, hija de Franklin Brito, intentó sembrar cinco hectáreas de frijol en el terreno junto con sus hermanos, pero dijo que fue imposible porque el ganado del vecino podría comerse la cosecha.
Además, tuvo una discrepancia con el candidato por la MUD a la Alcaldía del municipio Sucre del estado Bolívar, José Ramón Márquez. Sostiene que le devolvió deteriorados unos instrumentos agrícolas que le había confiado para que se los cuidara. Esto disminuyó la posibilidad de reactivar el rendimiento del fundo.
La joven de 23 años de edad acusó a Márquez de utilizar la imagen de su padre para su campaña política. “Dijo que había sido abogado de mi papá, pero eso es mentira”, expresó. En su cuenta de Twitter recomendó a la coalición opositora a estudiar mejor a sus candidatos, pues, afirmó, que dicho aspirante es un “oportunista”.
Márquez amenazó a Ángela Brito con demandarla si hablaba de él. “Me dijo que tenía influencias y dinero, que me iba a meter presa”, indicó.
Muerte no fue investigada
Ángela Brito dijo que las circunstancias de la muerte de su padre nunca fueron esclarecidas. Recordó que introdujo recursos a la Fiscalía y fueron desestimados. “Su fallecimiento en el Hospital Militar fue bajo una acción que tomó el gobierno”, apuntó. Su familia introdujo una demanda ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para que se investigue el deceso del biólogo.
Fuente: El Nacional