En la Duncan duermen los venezolanos para cambiar baterías de sus carros

Una mujer arranca su vehículo luego de la instrucción de un empleado de la Duncan. Se mueve un poco la cola y queda justo frente a la entrada del establecimiento. Son las nueve de la mañana cuando le toca el turno para adquirir una batería para su carro. Llegó a la cola la noche anterior, a las 10 pm, y recibió el número 67.

Una larga fila de vehículos está detrás, con la esperanza de conseguir el repuesto para sus vehículos. La mujer asegura que pasaron la noche en la calle, durmiendo de a ratos dentro de su carro. La policía de Sucre patrullaba la zona de vez en cuando.

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Según su relato, a las 5 30 de la mañana, un empleado comenzó a arreglar la cola y a dar los números, informando además para cuáles modelos tenían baterías disponibles. Muchos no corrieron con suerte, y después de pernoctar en la calle, debieron irse con las manos vacías, así reseñó el portal El Cooperante

a través una nota.

“Nosotros no podemos darle información, tiene que comunicarse con los encargados de hablar con la prensa”. El gerente de la Duncan de la California Sur nos entregó un número de teléfono y siguió hablando por su celular. Los empleados, ataviados con camisas amarillas, movilizaban la cola y se comunicaban por radios. La larga fila de carros continuaba en una avenida cercana.

Un hombre llegó después de las 10 am en una pequeña van y se ubicó detrás del último vehículo. “¡No, hermanito! Aquí no se acaba la cola. Ya repartieron los números. Pase hoy al final de la tarde para ver si compra mañana”, le indicó uno de los empleados. En Mercadolibre.com se vende el ansiado repuesto hasta por 130 mil bolívares.

A dos cuadras de la entrada unos jóvenes esperan su turno. Tienen el número 87 y empujan un Aveo, pues se quedaron totalmente sin batería. “Lo que molesta es que es algo desechable, algo que podrías comprar en cualquier momento, de la marca que quisieras. Ahora solo puedes comprar estas porque son las únicas que hay y, de paso, tienes que pasar la noche haciendo cola”, señaló el joven que empujaba el carro.

La cola no solo molesta a quienes tienen que pernoctar en la zona. En la avenida donde está ubicada la Duncan hay puestos de comida y otras empresas, que sufren el congestionamiento de la calle y que, además, deben soportar encontrar desechos en las aceras, pues los que esperar para comprar las baterías no tienen otro lugar para hacer sus necesidades.

En la Duncan de La Trinidad la situación es menos alentadora: No tienen baterías desde hace días. Invitan a los clientes a acercarse a la sede de La California. Varios vehículos están detenidos afuera en espera de que llegue un cargamento. Un hombre de unos 50 años se mantiene en la cola, aunque ya le indicaron que no podrá comprar hoy: “No puedo moverme de aquí porque ya no tengo batería, tendré que esperar hasta que les lleguen”.

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