Claudio Fermín: Cobarde y vil autoridad
Con el chavismo la guerrilla colombiana, tanto el llamado Ejército de Liberación Nacional como las denominadas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, se ha sentido en la frontera venezolana como en su casa. Para nada importó que los delincuentes que conforman esas montoneras secuestraran comerciantes y ganaderos, asesinaran soldados y policías, mantuvieran toques de queda y el terror en caseríos y pueblos fronterizos. Ser aliados políticos de los gobernantes venezolanos era más que suficiente para tener poder y ser privilegiados.
Esa frontera se convirtió en aliviadero de la guerrilla gracias a la mano generosa de sus camaradas venezolanos en el gobierno. Detrás de ellos vinieron los paramilitares, la venganza, más violencia. Pisotean nuestro suelo, humillan a nuestros productores, atemorizan a nuestra gente. Y no ha habido autoridad en estos años que pusiera coto a esa agresión.
El Ejército y la Guardia Nacional deshonrados. Han tenido que soportar que violadores de nuestro territorio y de la paz, dueños del negocio de la droga y de los secuestros, se hicieran grandes señores de la frontera en sus narices.
Apostados en decenas de alcabalas se dedicaron a matraquear a camioneros, gandoleros y transportistas de cualquier cosa. Esos puestos fronterizos son más buscados que los ascensos. No es posible el contrabando sin la participación de militares venezolanos. Distraídos y corrompidos con ese manjar, ¿para qué preocuparse por la violación de nuestra soberanía, dignidad y tranquilidad por parte de la guerrilla?
Han matraqueado a gente de trabajo por años. En nombre de no se sabe qué causa ahora ultrajan a inmigrantes pobres. Destruyen sus modestas casas, desarraigan a niños quienes son deportados junto a sus padres colombianos. Lo hacen con la más cobarde violencia.
La traición de permitir que ejércitos irregulares extranjeros penetraran nuestro territorio y las violaciones a derechos humanos de humildes inmigrantes han ocurrido por órdenes de una cúpula indigna de respeto y obediencia.
Gobernantes ineptos, quienes con cuantiosos recursos y largos dieciséis años de control de todo el poder, pretenden que desabastecimiento e inseguridad son culpa de indefensas familias a las que expulsan arbitrariamente del país. Con información de Runrunes
@claudioefermin