De modelo a “Mula”

Se enfrenta a la cadena perpetua y hasta la pena de muerte tras ser detenida en China por llevar cocaína en un ordenador.

Se enfrenta a la cadena perpetua y hasta la pena de muerte tras ser detenida en China por llevar cocaína en una computadora.

De modelo a “Mula”

Aeropuerto Internacional de Guangzhou. Terminal Tres. Una joven guapa, desenvuelta, con buen tipo, que se ha preparado a fondo para competir en Miss Mundo Antioquia en cuanto regrese a Colombia, pasa su ordenador por el detector de metales. Después de un extenuante recorrido por medio planeta, de Medellín a la capital de la provincia de Cantón, ha llegado a su destino.

En la escala de Doha (Qatar) envió el último mensaje a su madre para decirle que el viaje iba perfecto. En cuanto tuviera acceso a internet, le comunicará que ya está en China.

La Policía de aduanas observa algo sospechoso en su equipaje de mano. Revisan sus pertenencias y descubren que lleva una sustancia ilícita impregnada en el ordenador.

Entretanto, en Medellín, su madre aguarda impaciente un mensaje de texto. Pasan las horas y los nervios se apoderan de Nubia Arrázola. Su única hija nunca deja de comunicarse con ella. Telefonea a sus hermanas y deciden dar un margen de espera. Dos días más tarde no resisten más y se ponen en contacto con el Ministerio de Asuntos Exteriores. Indican que Juliana López Arrázola, de 22 años, debió sufrir algún contratiempo. El 18 de julio aterrizó en China y no saben de ella.

El martes 21 reciben el mazazo. Juliana está detenida, acusada de narcotráfico. Llevaba cocaína en el ordenador. “Imposible, ella jamás haría una cosa así. Alguien la engañó”, dijo una de sus tías en cuanto los periodistas preguntaron a la familia sobre la suerte de la modelo, presentadora de un musical de televisión, universitaria y jugadora del popular equipo Divas del Fútbol. “Dejó su ordenador en casa. No es el suyo. Iba a comprar ropa y accesorios para revenderlos en Medellín”.

Su miedo aumenta a medida que indagan en la ley china frente al narcotráfico y toman conciencia del lamentable estado de las cárceles y del menosprecio por los derechos humanos. Al escuchar en televisión a Tao Liu, jefe de la sección política de la embajada de China en Bogotá, Nubia estalla en llanto. “Traficar con drogas es un crimen muy grave. Quienes exceden los 50 gramos de cocaína pueden recibir una condena perpetua y hasta la pena de muerte”, afirma el diplomático. “Las drogas han destruido muchas familias”.

'Nunca habíamos visto una mula modelo', dice un policía. Su novio fue detenido dos días después que ella en la misma ciudad en China.

‘Nunca habíamos visto una mula modelo’, dice un policía. Su novio fue detenido dos días después que ella en la misma ciudad en China.

Pronto descubre que pasarán meses antes de poder hablar por teléfono con Juliana, sólo permitido una vez concluyan las investigaciones, y posiblemente décadas antes de tenerla de vuelta en casa, siempre y cuando no reciba la pena capital ni la perpetua. De momento solo les dejan comunicarse por carta.

¿Por qué llevaba droga encima? ¿Quién la engañó si lo tenía todo? ¿Cómo soportará los días y noches en una celda de un país extraño? Nubia no alcanza a comprender cómo Juliana, buena estudiante, muy creyente y excelente hija, se haya visto envuelta en un turbio episodio que ha hecho trizas una vida feliz y amenaza con pulverizar su brillante futuro. De clase media, no tienen necesidades acuciantes. La madre comercia con ropa y el padre, que reside en otra ciudad, posee un empleo estable. Juliana, cuenta su familia, no es ambiciosa, no cometería la locura de convertirse en mula a cambio de 35.000 dólares, lo que suelen pagar por meter droga en China.

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