Zuliana detalló cómo la explotaban sexualmente en Colombia

prostitución

Alexandra estaba muy preocupada en su Maracaibo natal. La hiperinflación hace cuesta arriba adquirir los alimentos y no era posible mantener a la familia. Y hace incurrir en desaciertos, como irse del país y laborar en oficios como desnudarse ante una webcam porno, como lo hizo ella en el vecino país. Así lo reseña versionfinal.com.ve

Su hermano Jonathan, de 27, compartía esa terrible inquietud que los agobiaba. Ambos decidieron dar el paso. “Vámonos para Colombia, esto no se aguanta”.

Así lo hicieron. Los dos se aventuraron. Se embarcaron en un autobús que los llevó hasta Maicao.

Después arribaron hasta la capital del departamento Guajira, Riohacha. El hambre azotó sus estómagos. Tuvieron que comenzar a pedir limosna en las calles, reporta Infobae.

Fueron semanas en que ambos se esforzaron para juntar suficientes recursos con los que pudieran costear el viaje hasta Bogotá, donde unos amigos los esperaban, con una oferta de trabajo.

La muchacha se dedicó después a la venta de dulces en las calles de Riohacha, al igual que su hermano. En mente tenían desplazarse hasta la capital de Colombia. Pero alguien conversó con ellos y les recomendó que en lugar de Bogotá, ¿por qué no se van a Barranquilla?

Comienzo del drama

Jonathan y Alexandra llegaron a Barranquilla. Él comenzó a trabajar en un restaurante informal. Y ella siguió vendiendo dulces.

Transcurrieron los seis meses que permite el gobierno colombiano para la estadía de los extranjeros sin formalizar documentación. Por ese motivo no viajaron a Bogotá.

Alexandra relató lo que fue el comienzo del calvario que viviría en la capital del departamento del Atlántico.

La angustia hacía presa de la maracaibera, pues la venta de dulces no le daba la base para mantenerse.

Tras una llamada telefónica y una cita, acudió a la casa situada en el barrio Los Andes, de Barranquilla, donde tendría que quitarse la ropa frente a la cámara.

El infierno

En el que sería su centro de labores, le ofrecieron hallarle una cédula (para pasar como legal en Colombia) y le dijeron que con su trabajo pagaría el arriendo de la habitación y la comida.

Fue cuando le explicaron a Alexandra que debía emplear unos juguetes sexuales mientras se mostrara en la webcam.

En ese momento conoció el infierno. No la dejaban salir. Nunca le dieron la cédula. Llegó a dormir junto con otros 29 compatriotas suyos en un cuarto, hombres, mujeres y transexuales.

Además, le pagaban poco: 64,5 dólares al mes. Pero pagaba 162 dólares mensuales (5,4 dólares diarios, reseñó Infobae) por las tres comidas y estadía. Así que nunca pudo sostener a sus hermanos menores desde Colombia.

La “salvación” llegó dos meses después. La policía practicó un allanamiento en esa casa donde hacían los webcam. Detuvieron a dos falsos religiosos, señalados de estar al frente de ese antro de explotación sexual. Rescataron a 60 venezolanos, entre ellos Alexandra.

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