Magnate de criptomonedas estuvo en un trío sexual con su esposa y una modelo, pero ocurrió una tragedia

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341212_1 El grande de las criptomonedas estuvo en un trío sexual con su esposa y una modelo. Alex Johnson (44 años) y su esposa Luna Almaz (31), tienen cientos de millones de dólares. Muchos de ellos los cosecharon gracias a sus inversiones en criptomonedas. Pero eso no era un secreto. Su secreto era la doble vida que llevaban y sus preferencias sexuales: eran swingers.

Pero su vida cambió en un giro inesperado luego de que una noche de sexo, alcohol y drogas terminara de la peor manera: con la muerte de la modelo de 18 años que se había acercado a su lujoso departamento de la capital malaya para participar de un trío sexual y cumplir con más fantasías de la millonaria pareja empresaria.

Ivana Smith, de 18 años, era una bellísima modelo. La noche del encuentro con los Johnson el 7 de diciembre de 2017 bebió de más y consumió drogas. En forma exagerada. Tuvieron sexo toda la noche. Y en un momento determinado, desnuda, ella se cayó del piso 14 donde la fiesta íntima tenía lugar. ¿Qué había sucedido? La investigación de la policía de Kuala Lumpur fue pobre y no llegó a ninguna conclusión.

En las últimas horas, el magnate de las criptomonedas dio una entrevista exclusiva al diario inglés Daily Mail. Culpó a las “noticias falsas” por las sospechas que pesan sobre él y su esposa y argumentó que todo fue un accidente. Un lamentable accidente en su departamento. “Este caso es una lección de cómo las noticias falsas pueden destruir a las personas. Un hombre telefoneó a nuestra niñera diciendo que era el padre de Luna y que recogería a nuestra hija del colegio. El padre de Luna murió antes de que naciera“, relató Johnson.

“Nunca tuvimos la intención de hacer públicas nuestras vidas, pero ahora sentimos que nuestras propias vidas están en peligro“, agregó el empresario, quien indicó que reciben decenas de amenazas en que los culpan por la muerte de la joven y bellísima modelo.

A Ivana la conocieron en un club nocturno de Kuala Lumpur. Se conocieron, se conquistaron y planificaron más encuentros. Ahora serían sexuales. Y con alcohol y drogas. Era la noche de Halloween y Alex y Luna quedaron impactados por su belleza. Planificaron seguir viéndose. Lo hicieron.

De origen holandés, Ivana fue a vivir desde muy pequeña a Penong, al norte de Kuala Lumpur, con sus abuelos. Intentó regresar con sus padres en reiteradas oportunidades cuando estos se mudaron a Bélgica, pero tampoco funcionó. Incluso, a los 16, se enroló en un programa televisivo de modelaje en aquel país, sin suerte. En ese tiempo se había ido a vivir con un novio, pero tampoco las cosas anduvieron sobre rieles. Por eso decidió regresar donde siempre había estado cómoda: Malasia.

Al despertar, pasado el mediodía, Luna vio la ropa de Ivana y sus zapatos desparramados por todo el apartamento. Según relató, pensó que había tomado algún vestido prestado de ella y que se había marchado. Pero no. Horas después, la policía golpeó a su puerta. La modelo de 18 años estaba muerta. Y había caído desde su propiedad.

Los Johnson fueron detenidos de inmediato, sospechados por el supuesto crimen de Ivana. Fueron dos semanas que estuvieron presos, sospechados de abuso de drogas y de violentar las reglas inmigratorias. Finalmente quedaron libres. Inesperadamente libres. Limpios. La familia de Ivana creen que pudieron “comprar” la voluntad de los investigadores.

En tanto, los test sobre la sangre de la joven víctima mostraron rastros de cocaína, metanfetaminas y alto porcentaje de alcohol. La Policía de Kuala Lumpur anunció que la muerte de Ivana había sido un accidente. Pero la familia de la jovencita protestó y se reabrió la investigación.

Su cuerpo fue trasladado a Holanda, donde se le practicó una segunda autopsia. Allí encontraron que su muerte fue instantánea por la caída, pero que su cuerpo presentaba heridas que fueron provocadas previamente. ¿Qué ocurrió aquella noche y mañana del 7 de diciembre? ¿Fue sólo sexo violento o antes la golpearon producto de los excesos? Los vecinos que fueron citados como testigos dijeron que no escucharon ningún alboroto en el apartamento.

 

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