¡Criollísimas! Las costumbres venezolanas que más desconciertan a los extranjeros

Las costumbres venezolanas que más desconciertan a los extranjeros

Las costumbres venezolanas que más desconciertan a los extranjeros | Referencial

Venezuela es un país único por sus paisajes y su cultura, pero, lo que lo hace verdaderamente especial es su gente y la manera en la viven y ven las cosas.

El venezolano tiene muchas características que lo representan y son parte de su vida diaria, y que tal vez no lo haya notado pero al leer las siguiente, seguramente te sentirás identificado.

A continuación lista de costumbres venezolanas:

1. Te llamamos “negro” o “negrito”.

Esto es algo que estremece a cualquier foráneo, sin embargo en nuestro país no es ninguna ofensa… ¡ni siquiera es una apreciación racial! “Negrito” se dice para demostrar cariño. Es muy común escuchar en las calles cosas como “negrito lindo” o “negro bello” para referirse a otras personas independientemente de su color de piel, y sin que nadie resulte ofendido por ello.

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2. Usamos la palabra “verga” de manera excesiva (para los demás).

En nuestro país, especialmente en los estados de Zulia y Falcón, la palabra verga se utiliza “pa’ to’a verga”. Un saludo, un objeto, una descripción, una expresión de felicidad, de molestia o de lo que sea: sólo la entonación le dará el significado correcto en la oración. Esto los venezolanos lo entendemos muy bien, pero para un extranjero se vuelve bastante confuso, ¡sobre todo porque utilizan el significado más obsceno de la palabra! Solo Dios sabe lo que pasará por sus cabezas en esos momentos…

Este uso de la palabra suele resultar en muchas bromas para los venezolanos residentes en los países rioplatenses. “Verga” se presta para muchos malos entendidos, y los venezolanos terminan siendo víctimas de un “chalequeo” internacional.

3. ¡Pedimos la bendición a diestra y siniestra!

Si bien en países como México y Colombia también se pide la bendición a nuestros padres o abuelos, ¡en Venezuela exageramos con eso! Pedimos la bendición casi a cualquier miembro de la familia que sea mayor que nosotros, y muchas veces a la lista se incluyen amigos de nuestros padres, los compadres y hasta a los abuelitos que ayudamos a cruzar la calle.

En otros países se quedan desconcertados cuando de pronto atendemos el teléfono y decimos “Bendición maita”, ¡sin importar que ya tengamos 50 años!

4. (Creen que) gritamos.

– ¿Me estás gritando?
– No señor, ¡yo hablo así!
Escandalosos por naturaleza (bueno, por crianza), sobre todo si venimos de lugares como los llanos, Zulia o la región oriental del país. Los venezolanos prestamos poca atención al volumen de la voz, salvo en casos en los que la ocasión lo amerite (como un funeral por ejemplo). Un extranjero no lo verá igual, por lo que hay que tener mucho cuidado, especialmente después de que nos tomamos algunos tragos.

5. Somos muy confianzudos.

En Venezuela es algo muy común sacarle conversación al que se encuentra haciendo fila en el banco, al que está a tu lado esperando el autobús, a la señora del mostrador de la panadería y hasta a “Raimundo y todo el mundo”. Hablamos de cualquier tema y tratamos a la otra persona como si la conociéramos de toda la vida. Si bien otro venezolano lo verá como “este pana es buena gente”, difícilmente un extranjero que no conozca de nuestra cultura lo verá así. Algunos pensarán que eres un metido en asuntos que no te interesan, y que no sabes nada de etiquetas sociales (¡olvídate de que un venezolano sólo hable del clima!). Y si de paso te despides con una palmada en la espalda, ¡la cara de susto del no-venezolano será épica!

6. No dejas pasar un chinazo

En el reino animal los grandes depredadores tienen sentidos afinados para seguir a su presa y cazarla. Muchos venezolanos tienen un instinto natural que les hace reaccionar inmediatamente cuando alguien dice un chinazo. ¿Que alguien quiere un café, negro y fuerte? ¿Quiere un perro caliente, grande y con todo? ¿Jugando béisbol y no vio cuando la bola le pasó por debajo? Naguará, más de uno se habrá muerto de risa por dentro o simplemente dejar salir un ¡Chinaaazooo! Con respectivo chalequeo.

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7. Juzgamos a las mariposas por su color.

La cara de espanto que colocan los venezolanos al ver una mariposa negra entrar a su casa es digna de un reportaje de investigación. El tema es que, según cuentan algunas leyendas de nuestro país, ¡la entrada de la mariposa negra es presagio de muerte para uno de los miembros de esa casa! Los extranjeros que han presenciado alguno de esos momentos no saben si salir corriendo aterrados o reírse a carcajadas al ver a todos los miembros de la casa intentando sacarla de nuevo por la misma ventana por donde entró. La situación se torna aún más confusa para un foráneo cuando la mariposa que entra es de color azul, pues se trata de un buen augurio y todos se alegran cuando la ven.

8. Nos volvemos paranoicos ante los motorizados.

A un extranjero se le va hacer muy difícil entender el por qué nos da tanto miedo cuando escuchamos que se acerca una moto. Tal y como se describió en el punto 6, tiene que ver con la inseguridad en el país, pues en su gran mayoría los delincuentes se transportan en motocicletas. Salir tarde del trabajo y tener que caminar algunas calles te pone alerta para esconderte ante cualquier sonido de una moto, pues te vuelve un blanco fácil para este tipo de malhechores.

9. Repetimos “Marico” y su familia de palabras.

Ante los no-venezolanos, solemos tener que aclarar que esta palabra no se utiliza para ofender ni denigrar a la comunidad LGBT. Al igual que la palabra “verga”, la palabra “marico” se emplea con otro significado distinto al que tiene en otros países de América Latina. En una conversación entre dos amigos, pueden repetir “marico” en cada oración y sin que ninguno se sienta ofendido. Es sinónimo de pana, amigo o compañero. Hay otras variaciones, como “mariquera”, que hace referencia a algún objeto de cuyo nombre no te acuerdas en el momento.

10. Hacemos un chiste de todo.

Los venezolanos siempre hemos sido reconocidos por la jocosidad y el buen humor. En nuestro país, aprendimos a reírnos de nuestras desventuras y hacer un “chalequeo” con ello. Temas que serían “tabú”, o políticamente incorrectos, son objeto de bromas entre venezolanos, sin ánimo de ofensa, claro. Quizás te vayan a operar de la pierna, y probablemente un amigo venezolano te dirá cosas como “tremenda metida de pata, pana” y se reirá a carcajadas: por favor, ¡no te enojes! Comprendemos la seriedad del tema, pero creemos que todo se hace más fácil de llevar cuando uno se puede reír al respecto.

11. Llevamos arroceros.

No significa que llevemos máquinas de hacer arroz a los lugares… Un arrocero es todo aquel “acompañante” que llega a una fiesta sin invitación, saluda a todos y hasta baila con el agasajado sin que nadie se lo tome a mal. En cada fiesta que se hace en Venezuela, siempre llegarán arroceros, y hasta se toman en cuenta a la hora de hacer el presupuesto para la misma. Es probable que a un extranjero le cueste entenderlo: “¿cómo permites que un desconocido llegue a tu fiesta?”, quizás nos pregunte. Pero esto forma parte de la cultura en Venezuela, pues si es amigo de tu amigo, ¿por qué no compartir un buen rato juntos?

12. Llamamos “mentiroso” a alguien al mirar sus manos, como si detectáramos alguna señal de brujería.

Esto es algo que saca de onda a cualquier extranjero. Se cuestionan “¿cómo rayos sabe (o cree que sabe) que está mintiendo o que es mentiroso?”. Según las creencias populares en Venezuela, a las personas que le salgan manchas blancas en las uñas es porque han dicho alguna mentira. Así que no importa que te hayas dado un golpe en el dedo… ni te molestes en explicarlo. Al tener la uña manchada, serás irremediablemente un mentiroso hasta que la mancha se quite.

13. Arepa again? Are you kidding me?

No dude, ¡comida sin arepa no es comida! Bien lo decía mi mamá, “si no comes arepa no te llenas” y nos la servían en el desayuno, en el almuerzo y en la cena. ¡Si hasta en algunas meriendas nos daban arepas dulces con café! Esto puede parecer extraño en un principio a cualquier amigo extranjero que pase algunos días en nuestra casa, pero finalmente se acostumbra… ¡tanto así que luego hasta te pedirá algunas!

Fuente: La Patilla


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