¡Verdad incómoda para el Gobierno! Artículo de Vladimir Villegas: ¿”Caretablismo” Constituyente?

Vladimir Villegas, periodista y locutor venezolano |Captura de video

Vladimir Villegas, periodista y locutor venezolano |Captura de video

El periodista venezolano, moderador del programa de Globovisión que lleva su nombre, Vladimir Villegas, se refirió a la polémica iniciativa del presidente Nicolás Maduro sobre la realización de una Asamblea Nacional Constituyente, la cual ha generado una ola sostenida de críticas. Y pese a ellas, el Gobierno insiste en su ejecución con condiciones aún más alarmantes. 

Villegas señala, en su artículo titulado ¿”Caretablismo” Constituyente?, que El Gobierno establece un esquema  “absolutamente antidemocrático y sesgado para sacar mayoría de donde no la tiene”. 

Asimismo el comunicador social sostiene que el presidente Nicolás Maduro dejó en evidencia que quería elegir una “Asamblea corporativa” mediante la selección de “electores cautivos” que simpatizan con el Gobierno. Con lo cual se echa por tierra las declaraciones del oficialismo sobre la “democracia” en el proceso constituyentista, esta no es más que una mentira para enganchar a los ingenuos que aún confían en este modelo de Gobierno. 

Igualmente, el también abogado, destaca -como ya lo han señalado otros expertos en la materia constituyentista- que “finalmente debe corresponder al soberano (pueblo) la decisión de si se convoca o no a la Asamblea Nacional Constituyente”. Algo que el Gobierno argumenta como una “pérdida de tiempo” asumiendo que no debe hacerse la consulta.

“Si hay un proceso en el cual no se puede obviar la participación del soberano es en la decisión de convocar o no al poder constituyente. Nadie, por encima del pueblo, puede decidir eso. Lo contrario sería una usurpación que ya de por sí acumularía méritos para declarar que una constituyente nacida en esas condiciones carece de legitimidad”, reza parte del artículo. 

A CONTINUACIÓN EL ARTÍCULO COMPLETO:

La iniciativa de una Asamblea Nacional Constituyente ha concitado el rechazo de amplios sectores del país, sobre todo en los términos planteados por el gobierno, que ha propuesto un esquema absolutamente antidemocrático y sesgado para sacar mayoría de donde no la tiene,y crear condiciones para eludir por vía ” constitucional” cualquier forma de elección directa y secreta que ponga en evidencia la pérdida de apoyo que ya es inocultable nacional e Internacionalmente. 

Las palabras del presidente Nicolás Maduro cuando anunció el país que daría los pasos para convocar la elección de una Asamblea Nacional Constituyente dejaron en evidencia la intención de elegir una Asamblea corporativa, mediante la selección de al menos la mitad de sus miembros, a través de electores cautivos , bajo el pretexto de darle participación a los llamados representantes de los ” nuevos sujetos sociales y políticos”, léase misiones, consejos comunales, organizaciones estudiantiles pro gobierno, comunas, sindicatos bajo la égida de la domesticada Central Bolivariana y Socialista de Trabajadores, grupos culturales, deportivos e incluso empresariales, etc.

La otra mitad sería seleccionada a través de la llamada municipalización, que también podría ser manipulada para que emerja de ella una correlación de fuerzas que no refleje el sentir de las mayorías. En realidad se trata de una Asamblea de la cual estaría ausente mas del 60 por ciento del electorado, no por abstención sino por exclusión. En otras palabras, una farsa nada constituyente, frente a la cual ya existe un nivel de rechazo que ha obligado a voceros del oficialismo a dar garantías de que se respetará lo establecido en el artículo 63 de la Carta Magna, en cuanto a que el voto es universal, directo y secreto.

Otro aspecto que genera rechazo es la pretensión de birlar el derecho que tiene el constituyente, es decir, los ciudadanos debidamente aptos para votar, a decidir si efectivamente se realiza o no una constituyente, y si se aceptan o no las bases propuestas para su elección. Ciertamente, tanto el Presidente en Consejo de Ministros como las dos terceras partes de la Asamblea Nacional y las dos terceras partes de los concejos municipales, así como el 15 por ciento del electorado pueden tomar la iniciativa. Pero finalmente debe corresponder al soberano la decisión de si se convoca o no a la Asamblea Nacional Constituyente. Recordemos que, para pesar de algunos, el artículo 5 de la constitución no es de adorno. Allí se asevera que la soberanía reside ” intransferiblemente” en el pueblo.

Si hay un proceso en el cual no se puede obviar la participación del soberano es en la decisión de convocar o no al poder constituyente. Nadie, por encima del pueblo, puede decidir eso. Lo contrario sería una usurpación que ya de por sí acumularía méritos para declarar que una constituyente nacida en esas condiciones carece de legitimidad.

Tema aparte es la pertinencia o no de una Asamblea Nacional Constituyente en esta coyuntura. Los propios voceros del gobierno en esta materia han dicho que no se pretende redactar una nueva constitución. Entre ellos hay contradicciones. Algunos incluso han llegado a garantizar que no está previsto disolver ningún poder. Pero todos sabemos que una constituyente originaria es plenipotenciaria. Puede disolver poderes y también recortar o ampliar períodos de gobierno, desde el Presidente de la República hasta el alcalde del municipio más pequeño. Seguramente en una eventual constituyente “electa” bajo el método que le sienta bien al Jefe del Estado, una de las primeras cabezas en rodar sería la de la Fiscal General de la República, Luisa Ortega Díaz . Y ni se diga lo que ocurriría con lo que queda de la Asamblea Nacional.

Y si no se quiere redactar una nueva Carta Magna, como. Ya han dicho, pues entonces propongan una enmienda o un proceso de reformas, que se deben discutir en la Asamblea Nacional y luego someter esa propuesta a consideración del soberano. El problema es que se viene actuando fuera de la constitución . Ese es el detalle. El conflicto político no se resuelve con una constituyente hecha como un traje a la medida. Comenzará a resolverse cuando nuevamente nos reinsertemos en el hilo constitucional, y se creen condiciones para que se convoquen las elecciones pendientes. La constitución de 1999 es un proyecto por aplicarse. Salvémosla del parricidio.

Hablar de una constituyente ” para la paz” podría considerarse un acto de lo que ahora se llama “caretablismo”, sobre todo porque en las condiciones propuestas lo que hace es agudizar la confrontación. Hay muchos temas ” pre constituyentes ” como el restablecimiento pleno de las competencias de la Asamblea Nacional, el cese de la brutal represión, que ha devenido en muertes y violencia; la convocatoria a las elecciones de gobernadores y alcaldes, la libertad de los presos políticos, el castigo a las violaciones a los derechos humanos, el pleno respeto al derecho a la manifestación pacifica y la búsqueda de soluciones a la falta de alimentos y medicamentos.

En circunstancias como la que vivimos en Venezuela la paz no se come sola . Hay que rellenarla de justicia.


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