Doralzuela: un lugar para los venezolanos emigrantes en Miami

Cada día más venezolanos emigran a otras tierras

Cada día más venezolanos emigran a otras tierras

Según reseña El País, cada día más venezolanos llegan en avión con su visado de turista y poco equipaje, con la intención de no despertar sospechas pero con el claro objetivo de quedarse en Estados Unidos.

Luego de pasar los controles migratorios diciendo que va con la familia a Disney, en Orlando, situada a unos 400 kilómetros al norte de Miami, muchos se dirigen a Doral, una ciudad del condado de Miami-Dade que es refugio de miles de venezolanos.

Doral es una ciudad emergente, con una tasa de paro del 4%, que tiene unos 70.000 habitantes, de los que casi el 30% procede de Venezuela, de ahí que muchos la denominen Doralzuela. Su alcalde, Luigi Boria, nació en Caracas hace 57 años. “La gente está huyendo de los embates, la violencia, la inseguridad, la falta de libertades”, asegura el regidor, orgulloso de la adaptación de sus paisanos, que se caracterizan en su mayoría por su alta formación académica (hay numerosos ingenieros, médicos, periodistas…) y su ánimo emprendedor (hay capital venezolano detrás de muchos de los proyectos empresariales e inmobiliarios de Miami).

Lavar platos y coches

Antes de crear su propia empresa muchos venezolanos pasan por “fregar platos y limpiar coches”, asegura José Colina, un exmilitar acusado en su país de poner una bomba contra la embajada española en Caracas en 2003 y que dirige la asociación Venezolanos perseguidos políticos en el exilio (Veppex).

En el año 2000, había registrados poco más de 90.000 venezolanos en Estados Unidos, cifra que se disparó hasta 215.000 solo 10 años después. Estos datos están hoy claramente superados. Veppex, organización que es tildada de radical por el Gobierno de Nicolás Maduro, estima que sólo en Florida hay ya más de 250.000 y que en Estados Unidos residen de forma irregular unos 90.000.

“Entre 1999 y 2013, el 60% de los que llegaba tenían motivos políticos. Los dos últimos años, el 70% llega por el desastre económico y la inseguridad”, afirma Colina.

En el segundo perfil encaja Juan Alberto Leal, 60 años, un ingeniero civil que llegó hace un año y medio a Miami y que en Venezuela tenía dos pequeñas empresas relacionadas con la construcción. “Todo se ha parado allí, no hay suministros para nada”, afirma Leal, que está montando un pequeño negocio para la rehabilitación de viviendas con los ahorros que aún atesora.

“La gente pudiente fue la primera en llegar. Ahora vienen los que no tienen nada. Llegan al aeropuerto con una maleta, con 400 dólares, sin saber nada”, afirma el gerente de El Arepazo, Alexis Mogollón, un restaurante de referencia de Miami en el que los venezolanos se sienten como en casa.

Es el caso de Carlos Mena, de 64 años, que aterrizó en Miami hace tres meses con su esposa y sus tres hijos. En Venezuela era gandolero (conductor de camiones) y se ganaba bien la vida hasta que el ambiente se hizo irrespirable. “Para conseguir azúcar o medicinas había que hacer cola una noche entera”, afirma Mena, que sobrevive con el escaso capital que trajo, con ayuda de la parroquia y con los ingresos que su esposa logra como costurera.

En medio de este éxodo, Veppex está promoviendo con congresistas republicanos una ley que permita regularizar a los venezolanos que llegaron entre 1999 y 2013. Entre los que arribaron después, Colina ha advertido a las autoridades federales de Estados Unidos de los “boliburgueses”, personas que se han enriquecido bajo el cobijo del régimen venezolano y que ahora buscan en Miami proteger el dinero acumulado.

“Antes vivían en la zona financiera de Miami, pero ahora invierten en Doral”, asegura Colina, quien concluye: “Su dinero viene de la corrupción. Son las ratas que huyen del barco”.

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